La marca de la grandeza

Claudia Poll y Francisco Rivas, modelos inspiradores

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Claudia Poll le deparó ayer a nuestro país el triunfo más grande en su historia deportiva. Su nombre ha quedado grabado en el álbum del deporte mundial y en alas de su proeza Costa Rica recibirá honor y reconocimiento.

Claudia, junto con su entrenador, Francisco Rivas, sus familiares y todo el pueblo de Costa Rica festejamos ayer esta resonante victoria. Su fotografía, en la primera página de hoy, lo dice todo: su jubilosa sonrisa, al contemplar en la pizarra electrónica la comprobación de su hazaña; su brazo en alto, símbolo de una voluntad tensa y disciplinada; la bandera de Costa Rica en su pecho. Una imagen para la historia, una vibrante lección para todos los costarricenses, una promesa exultante hacia el futuro, pues, cosechados estos laureles, vienen los Juegos Olímpicos en Atlanta, el próximo año, donde Claudia puede reeditar su extraordinaria calidad, en pos de su hermana Sylvia, cuyos triunfos viven en el corazón y la mente de todos los costarricenses.

De acuerdo con las informaciones recibidas, Claudia rompió, en Río de Janeiro, la marca mundial de 200 metros libre en piscina corta en el segundo campeonato mundial de esta modalidad. En 1994 se calificó segunda en el mundo en esta especialidad. El renombre de las competidoras de Claudia, Susan O´ Neil, de Australia, campeona mundial de 200 metros mariposa, y de la eslovaca Martina Moravcova ratifican la excelencia de nuestra compatriota, cuya especialidad, por otra parte, son los 400 metros libre, en la que fue la primera en el mundo en 1994.

Claudia es la primera nadadora de América Latina que rompe una marca mundial. Su único antecesor fue Ricardo Prado de Brasil. Se yergue, asimismo, como la mejor nadadora de Latinoamérica y una de las mejores en el mundo. Hay, pues, razones suficientes para sentirnos orgullosos de esta atleta singular y enaltecer en ella la labor desarrollada por su mentor, Francisco Rivas, quien le ha prodigado a nuestro país triunfos excepcionales que lo colocan también entre los mejores maestros en la natación mundial. Francisco ha logrado el milagro de forjar campeones con recursos económicos exiguos y, a veces, inexistentes, en medio de dificultades de todo género y hasta sufriendo el acoso de la miopía y de los celos. Por todo ello, sus méritos superan toda medida.

Francisco nos enseña a los costarricenses, en especial a los dirigentes deportivos y, por qué no, a los políticos que el triunfo no se improvisa, que las ilusiones no pueden jamás sustituir la fecundidad del estudio, que la materia prima debe moldearse y dirigirse, que la perseverancia, la responsabilidad y la disciplina siguen siendo valores insustituibles en todos los órdenes de la vida. Claudia nos muestra que el triunfo es el resultado del sacrificio personal, de las privaciones, de la lucha insistente por objetivos nobles, de la persistencia en el cumplimiento de una estrategia inteligente y que, aunque se posean condiciones fuera de lo común para surgir y triunfar, la cosecha no llega sola, sin una vigilia perenne, sin una observancia fiel de los principios, sin una entrega total.

Compartimos el júbilo de la madre y de la hermana de Claudia, de sus familiares, de sus entrenadores, de todo el pueblo de Costa Rica. Renovamos, asimismo, nuestro ruego a los dirigentes de otros deportes para que se inspiren en estos ejemplos y se animen a trabajar en grande con otra mentalidad y otra organización.