La buena suerte del San Juan de Dios

La falta de mecanismos para detectar y combatir incendios se suma a la deteriorada infraestructura del centro médico para infundir temor a los expertos

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La suerte salvó al Hospital San Juan de Dios de un incendio cuyas consecuencias pudieron ser trágicas. Fue la suerte, porque el Cuerpo de Bomberos denunció, luego de atender la emergencia, la falta de previsiones básicas en un edificio público de tanta importancia. La falta de mecanismos para detectar y combatir incendios se suma a la deteriorada infraestructura del centro médico para infundir temor a los expertos por la posibilidad de una tragedia como la ocurrida el 12 de julio del 2005 en el Hospital Calderón Guardia, con el trágico saldo de 20 fallecidos.

El conato de incendio ocurrido el lunes en las oficinas de la Jefatura de Cirugía ubicadas en el tercer piso no pasó a más gracias al olfato de un trabajador del centro médico, que carece de detectores de humo, alarmas y hasta un plan de evacuación, según Héctor Chaves León, director del Cuerpo de Bomberos.

Los expertos atribuyen las llamas a una mano criminal, porque los perros detectaron la presencia de sustancias aceleradoras de la combustión justo en la caja de documentos donde se inició el incendio. Además, una hora antes del incidente un sujeto preguntó por teléfono cuál estación de bomberos respondería a una emergencia en el hospital y cuántos camiones estarían disponibles para atenderla.

La tragedia del Calderón Guardia también fue obra de un desequilibrado que hoy descuenta 20 años de prisión, pero los riesgos en el San Juan de Dios van mucho más allá de la posibilidad de un incendio provocado. Recientemente, el Ministerio de Salud se vio obligado a clausurar quirófanos del centro médico ante insistentes quejas de los cirujanos, quienes llegaron al extremo de rehusar operar para llamar la atención nacional sobre el problema. Entre las deficiencias señaladas por los médicos figura la existencia de cables sueltos, justo en un área que debería estar entre las mejor cuidadas del hospital.

Si en esas condiciones están los quirófanos, la mínima prudencia invita a hacer una revisión a fondo en el resto de las instalaciones, sobre todo después de la advertencia recibida fortuitamente el lunes y la falta de prevención detectada por los bomberos. La inspección debería extenderse a otras instalaciones de la Caja Costarricense de Seguro Social, en cuyas clínicas y hospitales los bomberos atendieron 20 incidentes relacionados con el fuego en los últimos tres años. Entre las causas de esas emergencias figuran las fugas de gases y los problemas eléctricos.

Ninguna de las deficiencias señaladas en el San Juan de Dios es de poca importancia, pero la falta de un plan de evacuación es el colmo. Se trata, en palabras del director Chaves, de “un requisito vital' más aún en un edificio tan complejo y antiguo”. La falta de ese requisito básico es razón de más para actuar con celeridad y diligencia, en lugar de seguir confiando en la suerte que, por esta vez, brindó al centro médico su asistencia.

Del incidente del lunes sale dañada la confianza depositada en la Caja por sus usuarios. La institución anunció, mediante comunicado de prensa, la adopción de medidas correctivas que incluyen la señalización de medios de egreso y la instalación de sistemas de detección y combate de incendios. El objetivo de la tarea asignada al “Programa de seguridad de incendios y explosiones”, de la Caja, en conjunto con el Departamento de Ingeniería y Mantenimiento y la Oficina de Salud Ocupacional del San Juan de Dios, es dotar al hospital de un “paquete de seguridad básica”, dice la gerente médica, Rosa Climent.

La reacción de la Caja es encomiable y, si la ejecución es buena, producirá mejoras en el futuro, pero no despeja una serie de preguntas inquietantes: ¿Cómo se explica que hasta la fecha el hospital careciera de un “paquete de seguridad básica”? ¿Son suficientes las previsiones “básicas” en un edificio de tanta complejidad e importancia? ¿Cómo funciona el “Programa de seguridad de incendios y explosiones” y por qué no había detectado las fallas evidentes para los bomberos tras su breve visita envuelta en humo? ¿Qué medidas se adoptarán para constatar la seguridad de las demás instalaciones de la institución? Es mejor responder estas interrogantes ahora, a raíz de un conato de incendio, y no en medio de una tragedia futura, hoy impedida por intercesión de la suerte.