Gran paso en pro de los océanos

Al fin la comunidad internacional aprobó un tratado sobre la protección de la biodiversidad en altamar

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La comunidad mundial dio, el lunes, un paso trascendental hacia la protección de la biodiversidad marina en altamar, es decir, más allá de las jurisdicciones nacionales. Una conferencia intergubernamental sobre la materia, celebrada en la sede de las Naciones Unidas en Nueva York con la participación de sus 193 Estados miembros, aprobó por aclamación un tratado internacional en la materia. Abrió así el camino para velar por la salud ambiental de las aguas internacionales que abarcan más del 60 % de los océanos.

El instrumento estará disponible para su firma a partir del 20 de setiembre, y entrará en vigor, con carácter vinculante, 120 días después de que sea ratificado por 60 Gobiernos. La esperanza es que, dado el compromiso manifiesto por alrededor de 50 países “campeones” del tratado, ese umbral sea superado en un tiempo razonable. Esperamos que Costa Rica esté entre los primeros en firmarlo y ratificarlo, por responsabilidad global y por nuestro papel y compromisos, junto con Francia, como copresidentes de la III Conferencia de la ONU sobre los Océanos, que se celebrará en el 2025.

El proceso que culminó con la aprobación del texto se inició hace casi dos décadas. La lentitud en su avance demuestra lo complicado de las negociaciones y la cantidad de intereses en pugna. Sin embargo, los obstáculos lograron ser superados con persistencia, paciencia y concesiones, y a principios de marzo lograron adoptarse los parámetros y lenguaje del tratado. A partir de entonces, su aprobación formal estaba por descontada, y únicamente Rusia tomó distancia del consenso, al calificar algunas partes del texto de “totalmente inaceptables”; sin embargo, no lo rechazó de plano.

Los 75 artículos del tratado están encaminados a proteger y garantizar el uso responsable de los ambientes marinos, mantener la integridad de los ecosistemas oceánicos y conservar el valor inherente de su biodiversidad. Para conseguirlo, prevé una serie de herramientas que, aunque de difícil aplicación en lo inmediato, será posible afinar conforme pase el tiempo; además, contempla la creación de zonas marinas protegidas en aguas internacionales, como las que actualmente existen en las territoriales.

Una futura conferencia de las partes (COP), que reunirá a los Estados adherentes, será la encargada de velar por su aplicación, además de coordinar con otras organizaciones mundiales y regionales que en este momento tienen poder en partes de los océanos.

Sin duda, como dijo el secretario general de la ONU al término de la conferencia, los océanos son “la fuerza vital de nuestro planeta”, tanto por su enorme extensión como por la riqueza que guardan. Es un acervo en gran medida desconocido, además de inexplorado. Conocerlo mejor, estudiarlo con participación multilateral y poder llegar, finalmente, a una utilización responsable y sostenible de algunos de esos recursos, es parte de lo que el tratado puede lograr.

Otra gran tarea aún pendiente, tanto en zonas bajo jurisdicciones nacionales como en las de carácter internacional, es la limpieza de las aguas. Por ejemplo, según un reciente informe oficial de las Naciones Unidas sobre el cumplimiento de los objetivos de desarrollo sostenible (ODS), más de 17 millones de toneladas métricas de plásticos entraron en los océanos en el 2021, y representaron el 85 % de los desechos marinos. Peor aún, las proyecciones apuntan a que, si no se toman acciones enérgicas, su volumen se duplique cada año a partir del 2040, y que diez años después pueda haber más plástico que peces en las aguas.

Aparte de elementos destinados a proteger y estudiar la biodiversidad y fortalecer la resiliencia, el tratado incluye provisiones basadas en el principio de que los contaminadores paguen, y contiene mecanismos para la solución de disputas.

Un instrumento internacional legalmente vinculante no resolverá del todo ni con rapidez problemas globales tan complejos como la protección y adecuado uso de los océanos; sin embargo, sí dará un impulso al avance en ese sentido, permitirá contar con mucha mejor gobernanza oceánica y creará referentes para llamar a cuentas a quienes incumplan con sus principios, objetivos y mecanismos. Por esto, estamos ante un hecho trascendental, y por lo cual debemos asumirlo con gran responsabilidad compartida.