Foto con aguacates

La fruta ahora se importa de Perú y Chile, en menor abundancia y con mayores costos. Las importaciones cayeron un 41% y el precio subió un 41,6%

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Hay aguacates en el mercado nacional. No suficientes para abastecer la demanda, según voceros de los supermercados, pero el ministro de Comunicación podría encontrar los necesarios para tomarse otra foto con una bolsita de frutas. Probablemente sean criollos, aunque no es la variedad preferida por los consumidores y tampoco se produce en cantidad suficiente.

En cualquier caso, al ministro le saldrá mucho más caro llenar la bolsita. El precio mayorista de la variedad Hass importada subió un 41,6% en el primer cuatrimestre del 2016 en comparación con el mismo periodo del 2015, de ¢1.518 a ¢2.150. El Hass nacional subió todavía más, un 42,8%.

En el comercio detallista, la fruta costarricense cuesta, en promedio, ¢2.337 y, en abril, llegó a ¢2.850. En el primer cuatrimestre del año pasado valía ¢1.881. Las variedades criollas también aumentaron de precio en una economía de bajísima inflación. El alza y la relativa escasez se deben al freno impuesto a las importaciones de aguacates Hass mexicanos.

La fruta ahora se trae de Perú y Chile, en menor abundancia y con mayores costos. Las importaciones cayeron un 41% en el año transcurrido desde el portazo dado al producto mexicano, el 5 de mayo del 2015. Los costos y la relativa escasez se confabulan para elevar el precio de la fruta importada y de la nacional, sin importar la variedad de que se trate.

Los datos son del Consejo Nacional de Producción y las conclusiones del informe no escatiman una coma a la verdad: el aumento de precios, dice, se debe “a la restricción fitosanitaria para la importación de algunos orígenes, lo cual favoreció al productor nacional con un mejor precio pagado”.

Ese resultado, por supuesto, lo financian los consumidores. No solo se les impone un precio mayor sino, también, menos opciones de compra. Si la preferencia es por el Hass, debe pagarlo más caro, mientras haya. Si el presupuesto o el abastecimiento no alcanzan, la política oficial impone el consumo de la variedad criolla, siempre a un precio mayor.

El mismo fenómeno se produce con los subsidios y tarifas impuestos a la importación de otros bienes agrícolas. El beneficio es para unos pocos y el aumento de precios es para la población en general, en especial los sectores más necesitados porque la alimentación consume un porcentaje mayor de sus ingresos. El aguacate Hass importado no faltará en las mesas mejor provistas del país, con consecuencias imperceptibles para la economía familiar, pero la clase media puede verse obligada a reconsiderar la compra, siquiera del producto criollo.

México elevó la disputa por los aguacates al Comité de Medidas Sanitarias y Fitosanitarias de la Organización Mundial del Comercio porque no está convencido del sustento técnico de las limitaciones impuestas a la importación con el argumento de evitar la propagación de la mancha del sol, una enfermedad existente en ese país desde hace más de un siglo. Hace 22 años, el aguacate mexicano comenzó a conquistar el mercado costarricense sin que el producto nacional sufriera contaminación porque, según los importadores y los expertos mexicanos, el mal afecta a la planta, no al fruto.

El año pasado, el Ministerio de Comercio Exterior llegó a enfrentarse con el de Agricultura por el procedimiento empleado para imponer la medida fitosanitaria. El abuso de esas limitaciones puede constituirse en barrera no arancelaria al comercio internacional y generar disputas legales o represalias.

En su momento, el gobierno procuró restar importancia a los efectos del freno a la importación, como lo demostró la pintoresca fotografía del ministro de Comunicación. Un año más tarde, los efectos están comprobados con datos elaborados por el propio Consejo Nacional de Producción.