Fin de la expansión monetaria en EE. UU.

El fin de la política monetaria expansiva de la FED probablemente no tendrá grandes efectos cambiarios y monetarios en países en desarrollo

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El Banco de Reserva Federal de los Estados Unidos (FED, por sus siglas en inglés) decidió, la semana pasada, abandonar las compras extraordinarias de activos que mantenía desde el 2012. El programa, conocido como “Expansión cuantitativa III”, contemplaba la adquisición de bonos del Tesoro y títulos de deuda privados por $15.000 millones mensuales para mantener bajas las tasas de interés y estimular los gastos en consumo e inversión.

¿Qué efectos podría producir la decisión en países en desarrollo, incluyendo Costa Rica? Antes de responder, es importante agregar que la FED decidió mantener inalteradas sus tasas de interés, en un rango que va desde 0 hasta 0,25% anual, por un período de tiempo prolongado. Esas tasas de interés, negativas en términos reales (la inflación en ese país ronda 1,75% anual), matizan los efectos de la decisión en nuestros países, al menos por un tiempo.

La decisión de suspender las compras de activos financieros con emisión monetaria tiene el efecto inmediato de reducir la tasa de expansión de liquidez en Estados Unidos de manera directa, e, indirectamente, en el resto del mundo. Pero no se trata, por su naturaleza, de una contracción de la liquidez o absorción monetaria mediante la venta de activos financieros, por lo que el efecto en la liquidez, que se mantendrá demasiado abundante, y en las tasas de interés prevalecientes en el mercado financiero, sobre todo de largo plazo, probablemente será limitado.

Aunque no se descartan ajustes pequeños en los precios de los títulos en cuestión y, en consecuencia, en su rendimiento efectivo (medido por las variaciones en las tasas efectivas de interés), los cambios no serán muy dramáticos como para alterar las preferencias de los inversionistas estadounidenses y extranjeros. Y este es el punto fundamental. De momento, las tasas de interés no experimentarán cambios muy abruptos, y seguirán existiendo primas elevadas por invertir en títulos emitidos por países en desarrollo, que seguirán siendo atractivos comparados con los prevalecientes en Estados Unidos y en Europa, que tampoco ha variado sus bajas tasas de interés.

Por esa razón, los flujos de capitales a nuestros países, aunque han venido mermando según han cuantificado el BID y la Cepal, probablemente se mantendrán sin cambios abruptos después de la decisión de la FED. Por tanto, los efectos esperados en los tipos de cambio motivados por menores entradas de capitales, y en las tasas de interés denominadas en monedas extranjeras, tampoco serán muy pronunciados. Pero, claro, en estas materias nunca se puede ser tajante, pues las circunstancias objetivas y el sentimiento de los inversionistas pueden cambiar en cualquier momento, y más vale ser prudentes y precavidos, sobre todo en cuanto a las políticas del Banco Central.

Mayores cambios se podrían producir cuando la FED comience a incrementar sus tasas de interés de corto plazo, que sí tienen un efecto más directo en las demás tasas de interés pasivas a plazos mayores, y, desde luego, podrían alterar la dirección del ahorro nacional y extranjero. Con mayores rendimientos en el mercado local de Estados Unidos, los inversionistas podrían sentirse inclinados a mantener prioritariamente sus inversiones en ese país, disminuir sus compras de títulos y otras inversiones en países emergentes y en desarrollo, y afectar las cotizaciones cambiarias en nuestros mercados. Ese es el tema de cuidado, y al que mayor atención deben prestar los empresarios nacionales, las autoridades gubernamentales y las del Banco Central.

Afortunadamente, la FED, siguiendo recomendaciones de organismos internacionales como el Fondo Monetario Internacional, decidió mantener inalteradas las tasas de interés por un período de tiempo prolongado, probablemente hasta mediados del 2015. Aunque la economía de Estados Unidos se ha recuperado –la producción creció a una tasa anualizada de 4,5% real en el último trimestre– y el desempleo se redujo a 5,9% de la fuerza laboral, los analistas estiman que el mercado laboral no se ha recuperado plenamente y en cualquier momento podría, de nuevo, deteriorarse, habida cuenta de que la economía europea no ha logrado salir del estancamiento de los últimos años.

En resumen, el fin de la política monetaria expansiva por parte de la FED probablemente no tendrá grandes efectos cambiarios y monetarios en países en desarrollo, incluyendo el nuestro, pero no se podrá decir lo mismo cuando suban las tasas de interés en el mercado internacional. Nuestro país debe estar preparado. El sector privado debe ser prudente en cuanto al endeudamiento externo –no asumir que la estabilidad cambiaria disfrutada en los últimos meses será permanente–, el Gobierno debe reducir el déficit fiscal impulsado por el gasto expansivo que incrementa la demanda agregada y el déficit en la cuenta corriente de la balanza de pagos, y al Banco Central le corresponde mantener flexible su política cambiaria para no sobrevaluar el colón ni evitar con sus reservas ajustes del tipo de cambio de equilibrio a medio y largo plazo. Hasta la fecha, lo ha hecho bien. Pero tampoco debe descuidarse.