Eternos problemas en vivienda

Los males recientemente identificados por el ministro nada tienen de novedosos. Son problemas persistentes, más o menos notables en una u otra administración

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Para fundamentar la conveniencia de nombrar a un subgerente de Operaciones en el Banco Hipotecario de la Vivienda (Banhvi) el ministro Rosendo Pujol enumera las deficiencias de la institución y la urgencia de resolverlas. Apenas disimula el pulso interno por controlar la selección de beneficiarios y admite que en la burocracia hay personas interesadas en el fracaso del gobierno y en el suyo como ministro de Vivienda.

Los males identificados por Pujol nada tienen de novedosos. Son problemas persistentes, más o menos notables en una u otra administración, pero siempre presentes. El primero, fuente de incontables críticas y escándalos, es la concesión de bonos a personas carentes de los requisitos establecidos por ley.

Esa práctica desvía los fondos disponibles (¢85.000 millones colocados este año) hacia familias menos necesitadas. Los bonos entregados a personas no calificadas siempre alientan sospechas de intervención política o amiguismo, una de las plagas más constantes y nocivas del sistema.

Entre esas plagas está, también, la selección de sitios inadecuados para el desarrollo de proyectos habitacionales, así como los defectos de diseño y construcción de las viviendas. Según el ministro, esos problemas persisten. También se declara insatisfecho con los costos, cuyo aumento es grande. El sistema tampoco ha podido resolver los problemas de formalización y entrega de viviendas sin la correspondiente escritura.

Hay poca duda de las deficiencias, no solo porque las señala tan alta autoridad sino por su carácter histórico. Pujol, como pocos ministros de Vivienda, somete el tema a discusión, pero el inventario de falencias habría sido el mismo en casi cualquier administración anterior. Es hora de ponerles fin y difícilmente sea posible lograrlo con el nombramiento de un nuevo subgerente en el Banhvi, por mucho que eso mejore la coordinación con el despacho del ministro.

El sistema desarrollado para dotar de vivienda a las familias más necesitadas está urgido de revisión. La abierta pugna entre el ministro y la gerencia del Banhvi por el nombramiento del subgerente de Operaciones solo contribuye a cimentar esa impresión, especialmente porque el rector del sector no oculta su deseo de tener a una persona de su confianza en el organismo financiero para mejorar la coordinación y enfrentar las deficiencias.

El nombramiento parece necesario, pero ojalá se aproveche la coyuntura para encontrar soluciones a los problemas eternos. La subgerencia de Operaciones existe, pero está vacante desde mayo del 2015. El gerente la considera innecesaria y cree posible sustituirla mediante la contratación de un par de asistentes. Sin embargo, el ministro estima indispensable hacer el nombramiento para dar al nuevo funcionario la tarea de supervisar a la Dirección del Fondo de Subsidios para la Vivienda (Fosuvi) encargado de asignar unos ¢100.000 millones anuales.

La oposición de la gerencia del Banhvi llama la atención, particularmente por la persistencia de problemas y la abierta insistencia del ministro sobre la necesidad de mejorar la coordinación y el control. Nada hay de malo en esos objetivos y el cargo ya existe, aunque por lo pronto esté vacante. El sistema financiero para la vivienda no debe funcionar como moro sin señor, distanciado del despacho ministerial.

También es llamativa la sugerencia gerencial de variar el perfil del candidato al cargo de Operaciones, si la directiva decide llenar la plaza. La propuesta es elegir a una persona inclinada hacia la ingeniería y administración de proyectos, no hacia la gestión de los recursos del Fosuvi cuando esto último es, precisamente, lo que el ministro pretende lograr.