En la serenidad está nuestra fuerza

Cuando nuestra soberanía sobre el territorio invadido por Nicaragua sea restituida por la vía del derecho, mayor será la gloria deCosta Rica

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“Costa Rica no tiene Ejército y no va a resolver esto a balazos”, dijo el ministro de Seguridad Pública, José María Tijerino, en alusión a la nueva crisis fronteriza con Nicaragua. En consecuencia, nuestra Fuerza Pública permanece en Barra del Colorado, lejos del área donde se podría dar un enfrentamiento innecesario. “Confiamos en las vías del derecho internacional”, había dicho Tijerino momentos antes.

Las palabras del Ministro recogen el sentir nacional y enfatizan el compromiso costarricense con la civilizada resolución de los conflictos. Recordar esa convicción es hoy más necesario que nunca, porque a todos nos asalta la inevitable indignación por la incursión armada nicaraguense en territorio nacional.

En este difícil momento, recordar los más altos valores de nuestra nacionalidad es recordar los pilares sobre los cuales debemos edificar la respuesta a la crisis. En la serenidad está nuestra fuerza. La actuación del Gobierno ha sido consecuente con esos valores, pero no es el único protagonista. La serenidad también debe caracterizar la cobertura de la prensa y la actitud ciudadana frente a Nicaragua y a los muchísimos nacionales de ese país que conviven con nosotros, quienes además son merecedores de afecto y buena voluntad.

Costa Rica debe estar orgullosa de la actitud asumida hasta ahora. El arbitrario proceder del Gobierno de Daniel Ortega no ha logrado alterar la pacífica y armoniosa convivencia con los inmigrantes nicaraguenses. No existe un solo incidente que lamentar. La prensa ha informado con detalle, pero sin asumir irresponsables poses patrioteras. El Gobierno, por su parte, emprendió la firme defensa de la soberanía nacional por los medios adecuados. Al mismo tiempo, enfatiza a Nicaragua y a su pueblo el propósito de no repeler la agresión con violencia. Lo importante es el resultado final del conflicto y no la transitoria ocupación nicaraguense de la deshabitada isla Calero. Cuando la soberanía costarricense sobre ese territorio sea restituida por la vía del derecho, mayor será la gloria de Costa Rica y más digno su ejemplo para la comunidad internacional.

El canciller René Castro está hoy en Washington, donde solicita la intervención de la Organización de Estados Americanos para constatar la presencia de las tropas nicaraguenses, con lo cual quedaría establecido el punto de referencia a partir del cual emprender las acciones legales necesarias. Nicaragua se había adelantado con la denuncia de la incursión hecha por nuestros guardias civiles para constatar los daños ambientales infligidos a nuestro territorio por las obras de dragado a cargo del exguerrillero Edén Pastora.

Ninguna razón lleva el Gobierno del país norteño porque es absurdo acusar a Costa Rica de invadir su propio territorio, y la pertenencia de la isla a nuestro país está bien documentada en la cartografía archivada en ambas cancillerías. También se desprende, con toda claridad, de arbitrajes anteriores.

La prensa nicaraguense, es importante señalarlo, también ha reaccionado con serenidad y se abstiene de publicaciones incendiarias, aptas para despertar pasiones inconvenientes. Es imposible decir lo mismo del Gobierno del comandante Ortega, tan afín a las soluciones armadas, en especial ahora que enfrenta una nueva ronda electoral en el marco de serios conflictos internos.

La violencia hoy dirigida contra Costa Rica en otras oportunidades ha hecho blanco en los propios nicaraguenses, cuya voluntad es irrespetada mediante la violación de las urnas y, cuando ha sido necesario, mediante el despliegue de turbas fanáticas y otros medios de intimidación.

Es bueno, en este momento tan delicado, que ambos pueblos lo recuerden, identifiquen las verdaderas fuentes del conflicto y se hermanen en la lucha por la democracia.