El éxito ascendente de un festival

La quinta edición del Festival Internacional de Diseño demostró su consolidación

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Centenares de diseñadores, escritores, actores, artistas plásticos, artesanos, informáticos, arquitectos innovadores, activistas culturales, emprendedores y miles de personas interesadas en estas y muchas otras actividades creativas confluyeron, entre el jueves y el sábado de la pasada semana, en la Antigua Aduana, la Casa del Cuño y sus alrededores, como protagonistas del quinto Festival Internacional de Diseño (FID5).

Fue un encuentro de imaginación, pero también de pragmatismo, de inspiración y método, de expansión y focalización, de explosión imaginativa y reflexión conceptual. Como lo han hecho durante los años precedentes, en este los organizadores partieron de un concepto del diseño que va más allá de combinar los tradicionales preceptos de forma y función para concebirlo y practicarlo como un ejercicio integrador de disciplinas y comunicaciones diversas, en función del público y sus necesidades. Esto explica la heterogénea lista de conferencistas (15 en total), la diversidad de las actividades conexas y, más aún, la multiplicidad del público asistente.

El FID nació, hace cinco años, gracias a la iniciativa del diseñador gráfico peruano Alfredo Enciso y del costarricense Paco Cervilla, diseñador de productos. Tenían entonces 26 y 31 años, respectivamente. Junto con Cynthia Bonilla, esposa de Alfredo; Montserrat Ramírez, pareja de Paco; y Mario Sánchez, amigo de los cuatro, convirtieron una excelente idea en un proyecto viable y atrajeron a profesionales de clase mundial, captaron el apoyo de algunas empresas e instituciones y despertaron la confianza del público. Sobre estas bases se celebró el primer FID en el 2011. Comenzó así una historia de éxito ascendente. Los resultados de la quinta edición han rebasado los de las anteriores, y permiten suponer que el Festival se ha consolidado.

El FID ha abierto una amplia ventana para que múltiples creadores costarricenses, y también de Centroamérica, confronten sus ideas y proyectos con los de sus colegas de otras latitudes y utilicen los intensos intercambios para conectarse entre sí. Esta vez, las usuales conferencias, los concursos y los encuentros sociales fueron complementados con una feria que congregó a emprendedores en ámbitos tan diversos como los textiles y los muebles, las joyas y los estampados, las publicaciones y la iluminación.

Fue una vitrina de lo que hemos avanzado, como sociedad, en el uso del buen diseño para generar soluciones a necesidades y aspiraciones sociales y personales, y de los emprendimientos que los propios diseñadores están desarrollando alrededor de sus buenas ideas.

Como ocurre en toda actividad de esta índole, la calidad y el atractivo de los expositores fue dispar, un juicio que, en última instancia, refleja las expectativas de cada participante. Sin embargo, el resultado global y los grupos de entusiastas asistentes de otros países del área reafirman, entre otras cosas, que el FID ha logrado alcanzar una meta planteada por Fiorella Resenterra, directora del Museo de Arte y Diseño Contemporáneo (MADC), que lo ha acompañado desde sus inicios: convertirse en referente indispensable del diseño en Centroamérica y el Caribe.

A lo anterior ha contribuido, además, el desarrollo de una masa crítica de instituciones académicas, empresas, colectivos de diseñadores y consumidores que se “fertilizan” mutuamente.

El modelo de gestión del FID, como iniciativa independiente que se expande y echa raíces con respaldo estatal y de empresas privadas, es, asimismo, un aporte a la gestión cultural en nuestro país y a la integración de sus componentes en procesos más amplios de innovación y producción. Para una economía como la costarricense, que cada vez apuesta más al valor agregado desde el conocimiento, este tipo de experiencias son particularmente importantes, y están a la vanguardia de nuestro desarrollo.

Esperamos que, tras celebrar estos primeros cinco años, el Festival pueda acrecentar aún más su calidad, relevancia y extensión, y que su impacto trascienda con mayor vigor lo que ocurra en la Antigua Aduana y la Casa del Cuño.