El día después

Tras la conclusión de las negociaciones del pacto nuclear, se impone el debate sobre la realidad del Irán teocrático, antioccidental y antidemocrático

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Tras la ola festiva motivada por la conclusión de las negociaciones del pacto nuclear entre Irán y las seis grandes potencias (Estados Unidos, Alemania, Gran Bretaña, Francia, Rusia y China) más la Unión Europea, se impone el debate sobre la realidad del Irán teocrático, antioccidental, antidemocrático, antisemita y constante incumplidor de acuerdos internacionales. Las repercusiones en los distintos escenarios mundiales varían desde el temor hasta la identificación de oportunidades.

El propósito del pacto es restringir la capacidad nuclear de Irán por los próximos 15 años. En Estados Unidos, en las principales naciones europeas, en Israel y entre algunos aliados de Washington en el Cercano Oriente, los desacuerdos y las críticas encuentran el trillo hacia los titulares y columnas de los medios y agencias de noticias.

Llegado a manos del Congreso estadounidense, el texto suscita ahora un creciente y agitado análisis, así como fieros debates. Los intercambios entre la Casa Blanca y figuras del Senado y la Cámara de Representantes, además de los medios de comunicación y centros de análisis, ya son una realidad diaria y cambiante. El Capitolio deberá rendir su consentimiento o rechazo en 60 días.

Un aspecto fundamental, que se ventila públicamente y siembra dudas sobre la definitiva aprobación del pacto, es la ruta para concretarlo. Si la votación en el Congreso fuera contraria al acuerdo, el presidente Obama podría vetarlo, lo que dejaría al legislativo en situación de tramitar un resello que demandaría una mayoría calificada, imposible de lograr sin votos concurrentes de demócratas en ambas cámaras. Esta posibilidad es vista por la Casa Blanca como remota, pero voceros republicanos se muestran optimistas de conseguir los votos faltantes, si fueran necesarios.

El presidente Obama es el principal promotor del convenio con Irán y lo defiende con intensidad. No obstante, la mayoría republicana en ambas cámaras presenta una barrera difícil de franquear. Una muestra del sentimiento prevaleciente en esa bancada quedó patente el jueves en una audiencia del secretario de Estado y principal negociador del acuerdo, John Kerry, en el Comité de Relaciones Exteriores del Senado, cuyo presidente le atribuyó públicamente haber sido “desplumado” en Irán, afirmación difundida ampliamente por la prensa.

Por el momento, la verificación, a cargo de la Agencia Internacional de Energía Atómica (AIEA), sobresale en las discusiones. En síntesis: ¿Podrá la AEIA inspeccionar los sitios o condiciones motivo de su intervención en los 24 días siguientes al surgimiento de la necesidad? El secretario de Estado dice que sí. Los opositores opinan que no, pues Irán podría prorrogar los 24 días hasta 78, para aumentar así la capacidad del régimen para limpiar el sitio en duda. Estos desacuerdos estimulan el interés del público en los mecanismos del polémico convenio.

Por otra parte, los ayatolás se han manifestado conformes con la negociación y gozarán de 60 días para emitir su aprobación o rechazo, pero los analistas consideran que esperarán la decisión del Congreso norteamericano para adoptar la propia.

Otro panorama ofrece Israel, cuyo primer ministro adversa el convenio. Los ayatolás nunca ocultaron su aversión a Israel, y el gobierno de Benjamín Netanyahu teme el uso de armas nucleares persas en su contra. El criterio del primer ministro es ahora compartido por la oposición laborista. En otras palabras, existe hoy un inusual frente nacional unido contrario al convenio. Esta oposición coincide con las tesis de los republicanos en Estados Unidos y las fortalecen.

Por su parte, Arabia Saudita, timonel de los principados del golfo Pérsico, se ha mostrado esquiva y aprueba el pacto en ciertos momentos aunque en privado sus gobernantes se muestran menos entusiastas. Tanto este país como sus monarcas aliados ya están tomando medidas preventivas. Asimismo, se habla de un acercamiento de los saudíes con Israel.

El convenio y el levantamiento de sanciones permitirán a Rusia y China vender armas y cohetes a la teocracia islámica, así como emprender otras relaciones comerciales. Con tal diversidad de reacciones a la vista, las próximas semanas serán intensas y es muy pronto para tener certeza sobre el destino del singular pacto. Esa es la realidad el día después del festejo.