El aprendiz de brujo

Los pormenores de la tragedia que hoy vive Venezuela revelan los manejos que sostienen a Nicolás Maduro en su agrietado trono chavista

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A Nicolás Maduro, el presidente de Venezuela, le ocurre lo que un célebre personaje literario debió sufrir para remediar la tragedia causada por su falta de pericia y su cerebro hundido en la ilusión de un poder que lo eludía. Había leído el formulario de su maestro, el famoso mago, pero no le funcionó. Por el contrario, el desastre que causó parecía agrandarse con cada ensayo. Se requirió el regreso del maestro para remediar los enormes daños, al costo de sufrir un castigo severo y doloroso.

La atención internacional pareciera hoy volcada en Crimea y los desmanes del gobernante ruso Vladimir Putin. Hay una atmósfera de pólvora y sangre que anega los medios informativos en perjuicio de las noticias sobre sucesos quizás no de menor rango. Así, lo que acaece ahora en Venezuela cede en la lista de prioridades ante la gira por Washington del presidente interino de Kiev.

Los pormenores de la tragedia que hoy vive el hermano pueblo venezolano revelan los manejos que sostienen a Nicolás Maduro en su agrietado trono chavista. Crónicas de periodistas extranjeros proporcionan un cuadro claro de cómo fueron encarcelados por militares y policías que suelen asaltar a hombres y mujeres bajo cargos inventados.

En la detención de una fotorreportera italiana intervinieron la Guardia Nacional, la Guardia del Pueblo y el temido Sebin, órgano de inteligencia. Asimismo, Maduro suele colocar en escena a los “colectivos”, brigadas de choque que operan en cooperación y bajo la sombra de la Guardia Nacional.

Un ángulo crucial de la estrategia de Maduro radica en la utilización exagerada de tanques, artillería y hasta cazabombarderos rusos, además de gases tóxicos expresamente vedados por la Constitución venezolana. Maduro, como el aprendiz del cuento, pretende aplastar con un inmenso arsenal a jóvenes, la mayoría universitarios, cuyas únicas armas son piedras y cócteles molotov. Su resguardo proviene solo de las barreras callejeras, paja y algo de cemento. Un agudo comentario en El País , de Madrid, señala que Maduro pretende cazar pájaros con misiles.

Los testimonios internacionales apuntan, además, al hecho crucial de que los líderes y constituyentes de la campaña contra el régimen son, sobre todo, jóvenes universitarios que anhelan vivir en democracia, con seguridad personal y bajo el imperio de la ley.

Las protestas en favor de un cambio dramático tienen asidero en la rápida desmejora que ha sufrido el país, otrora una próspera nación petrolera. Hoy, en cambio, la inflación asciende al 56%, o quizás más, de la mano con la rápida devaluación de los bolívares, la escasez de bienes de consumo diario en supermercados y pequeños comercios, sin jabón, papel higiénico ni alimentos básicos. Los medicamentos constituyen una pesadilla constante para médicos y pacientes, que miran compungidos la desaparición de las farmacias. Desde luego, los mercados paralelos de medicamentos con precios astronómicos han florecido.

Las realidades de la Venezuela contemporánea excluyen y hasta penalizan la democracia, reducida a elecciones amañadas que obedecen los dictados del politburó caraqueño. Las protestas por todo el país arrojan números trágicos de lesionados y fallecidos, así como el encarcelamiento de dirigentes. Una figura emblemática de la Venezuela actual es el valiente líder Leopoldo López, quien se entregó a las autoridades a raíz de una orden de captura policial. Otros dirigentes, en especial la congresista María Corina Machado, encabezan la dinámica nacional alcanzada por el movimiento de protesta.

No menos desconsolador es el silencio latinoamericano. Posiblemente obedece a la conocida duplicidad de los Gobiernos que no desean lastimar la imagen de Cuba. La tendencia a disimular el contraste entre la democracia y el despotismo cubano se ha visto estimulada por la indiferencia creciente de Washington. Qué lástima esa devaluación endémica del liderazgo democrático. ¿Retornará de alguna manera Hugo Chávez, el mago del incapaz aprendiz?