Editorial: Un programa necesario

El programa de modernización del Ministerio de Hacienda conocido como Hacienda Digital para el Bicentenario no debe perder impulso con la salida de Rodrigo Chaves del gobierno.

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El programa de modernización del Ministerio de Hacienda conocido como Hacienda Digital para el Bicentenario no debe perder impulso con la salida de Rodrigo Chaves del gobierno.

Apenas llegado a la cartera, el funcionario planteó la necesidad de invertir para mejorar la recaudación y facilitar la vida al contribuyente.

Los sistemas obsoletos causan daño en las dos vertientes: facilitan la evasión y complican la interacción entre los ciudadanos y la administración tributaria.

Chaves gestionó un crédito con la banca internacional de desarrollo por $156.640.000, enviado el martes a la Asamblea Legislativa para aprobación, por su sucesor Elián Villegas.

Amén de mejorar la recaudación y el servicio, el programa de modernización pretende aumentar la eficiencia del gasto y facilitar la gestión de la deuda.

Ninguno de esos objetivos debe ser postergado, no obstante la cuantiosa inversión requerida en momentos de tanta estrechez fiscal. Tampoco deben perder los legisladores de vista el retorno sobre la inversión calculado por el Ministerio.

Entre el aumento de la eficiencia y la mejora de la recaudación, el valor presente neto de los beneficios a lo largo de 10 años es $5.861 millones, equivalentes al 9,5 % del producto interno bruto.

A juzgar por la situación actual, es difícil desconfiar del cálculo. Hacienda opera 59 sistemas desintegrados y obsoletos. El uso de una plataforma integrada y moderna implica, sin ir más allá, una mejora que, necesariamente, se transformará en recursos frescos para el Estado, sea por ahorro o por recaudación.

Por su lado, el contribuyente, en lugar de alimentar varios sistemas con la misma información, enfrentará un solo requerimiento de registro y podrá satisfacerlo en línea, junto con otros trámites y transacciones.

Alicia Avendaño, directora interina de Hacienda Digital, confía en producir cambios perceptibles para los 600.000 usuarios del Ministerio en el 2022.

La licitación y puesta en funcionamiento de los sistemas requiere tiempo, y esa es otra razón para poner manos a la obra. Si la rentabilidad es alta, la pérdida de tiempo resulta muy cara.

Avendaño, cuyo impulso del gobierno digital es ampliamente reconocido, insiste con franqueza en la obsolescencia de los sistemas informáticos de Hacienda. Ni siquiera una de sus más grandes contribuciones, la TICA (Tecnología de Información para el Control Aduanero), se salva de la crítica.

Fue un sistema adelantado para su época, cuando ella y su equipo libraron una lucha sin cuartel contra fuerzas interesadas en evitar los nuevos controles de aduana, pero urge reemplazarlo luego de 14 años de servicio.

Por fortuna, el ministro Villegas se muestra comprometido con la idea impulsada por su predecesor. Envió el crédito para la aprobación legislativa y declaró: “Es necesario que el Ministerio de Hacienda sea una institución moderna y competitiva, que logre fortalecer la estabilidad y la toma de decisiones en materia fiscal, mejorando el desempeño operativo en la administración tributaria y la facilitación del comercio, mediante una gestión completamente eficiente, digitalizada y modernizada”.

En idéntico sentido se había manifestado el diputado Wagner Jiménez, presidente de la Comisión de Ciencia y Tecnología, cuando Chaves anunció su intención de impulsar la modernización.

“La obsolescencia de los sistemas informáticos del Ministerio de Hacienda conduce a la evasión y el fraude fiscal. La modernización es una tarea impostergable”, afirmó el legislador, cuya comisión se ha empeñado en impulsar el Gobierno Digital.

Los diputados tienen una estupenda oportunidad para hacer una significativa contribución a la salud fiscal del país. Mejorar el control sin acosar al contribuyente producirá más réditos que los más fuertes castigos a la defraudación.

Se lo dirá cualquier criminólogo: la disuasión está en la certeza o alta probabilidad del castigo, no en su severidad.