Editorial: Transformaciones innovadoras

El ICE anuncia una reestructuración de sus negocios, es de esperar que surjan economías para mejorar la situación financiera y favorecer a los usuarios, y Correos de Costa Rica hace uso de las posibilidades ofrecidas por las modernas tecnologías de la comunicación para ampliar su oferta de servicios.

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Hasta hace poco, las noticias sobre el Instituto Costarricense de Electricidad (ICE) tendían a ser negativas: secretismo financiero, cuantiosas remuneraciones para los jerarcas, plantas hidroeléctricas con costos significativamente superiores a lo previsto y grandes pérdidas. Sin embargo, la institución acaba de anunciar la reestructuración de sus negocios y es de esperar que surjan economías para mejorar la situación financiera y favorecer a los abonados.

La presidenta ejecutiva, Irene Cañas, manifestó que la entidad se propone aprovechar la instalación de 158.000 nuevos medidores eléctricos inteligentes, a un costo de $13,6 millones, para hacer la lectura del consumo y la gestión de servicios eléctricos de manera remota.

El sistema ahorra el costo de la lectura manual y controla el abuso de la energía, como la alteración de medidores, tomas de un mismo medidor para varias casas y otras irregularidades. También permitirá saber las horas y los aparatos que disparan el consumo para ayudar a los usuarios a racionalizar el uso de la energía (“ICE reestructura su negocio y venderá electricidad prepago”, La Nación, 12/11/2018).

La racionalización del consumo contribuirá a satisfacer la demanda de energía eléctrica sin construir más plantas o, alternativamente, permitirá exportar energía a los vecinos centroamericanos. El sistema anunciado por el ICE ya opera para unos 75.000 clientes y brinda ventajas adicionales, como el prepago de electricidad que puede ser utilizada a conveniencia del cliente. El servicio prepago permitirá comprar energía en lugares de uso esporádico sin incurrir en el pago mínimo existente hasta ahora. También posibilita optar por el encendido y apagado remoto del flujo eléctrico.

Todos los negocios cambian y en muchos casos lo hacen de forma disruptiva, con desplazamiento de las empresas reacias a adoptar los ajustes permitidos por las nuevas tecnologías. “Camarón que se duerme se lo lleva la corriente”, dice el refrán. Las innovaciones, que por lo general favorecen a los consumidores, se dan con mayor frecuencia en mercados competidos parcial o totalmente, pero no en los monopólicos, donde hay poco interés por el cambio. En buena hora el ICE decide emprender el camino de la reforma cuando todavía está a tiempo.

Otro tanto puede decirse del caso de Correos de Costa Rica, cuyas innovaciones fueron objeto de nuestras páginas el lunes pasado. Haciendo uso de las posibilidades ofrecidas por las modernas tecnologías de la comunicación, como los teléfonos inteligentes, la entidad amplió la oferta de servicios a la entrega de paquetes y al negocio de centro de llamadas.

La voluntad de cambio no solo le permitió pasar de números rojos a números negros. También le ayudó a satisfacer necesidades manifiestas de muchos clientes, ahora que el correo tradicional ha perdido importancia con el advenimiento de la Internet y la gran cantidad de aplicaciones que en ella se apoyan.

Una vez más, la evidencia muestra que la competencia es la mejor forma de protección al consumidor. En el mundo empresarial, el cambio cada vez se da con mayor frecuencia y lo mejor que puede hacer la sociedad (empresarios y trabajadores) es estar permanentemente preparada, mediante educación continua, reentrenamiento y apertura mental para enfrentarlo con éxito.

Los problemas planteados por la tecnología al ICE y a Correos de Costa Rica se repiten en otros ámbitos. Las fuerzas disruptivas difícilmente pueden ser derrotadas. La única salida inteligente es aprovecharlas o reubicarnos para no obstruir, inútilmente, su paso.