Editorial: Opciones para los ninis

No solo hacemos poco para reducir el número de ninis, sino que corremos el riesgo de aumentarlo mediante la negación de oportunidades

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Ni estudian ni trabajan, por eso se les conoce como ninis y constituyen un sector de la juventud urgido de respuestas institucionales para rescatarlos de la marginalidad y la delincuencia. Se trata de 307.781 costarricenses de entre 12 y 35 años, un 17 % de la población en esas edades. Sin asistencia, difícilmente saldrán adelante. Están atrapados en un círculo de pobreza, baja escolaridad y falta de experiencia laboral.

No son apetecidos por el mercado de trabajo y el 80 % no ha completado la educación secundaria. Las salidas de su situación particular son escasas, especialmente cuando el desempleo y el subempleo se mantienen en niveles considerables. Es preciso dotarles de habilidades requeridas por el mercado y, también, ampliar el mercado mediante una política económica apta para estimular el crecimiento.

El país debe reforzar los programas orientados a insertarlos en la fuerza laboral, dependiendo de sus circunstancias. La iniciativa llamada Empléate, del Ministerio de Trabajo, capacita, informa y apoya económicamente a los ninis para abrirles oportunidades de empleo, pero apenas alcanzó a unos 8.000 jóvenes el año pasado. El número es apreciable, pero palidece ante las necesidades de 307.781 ninis. Mi Primer Empleo paga un incentivo hasta de ¢1.456.000 a las empresas cuando contratan un trabajador menor de 35 años, así como a mujeres y discapacitados.

El Ministerio de Educación también se esfuerza por retener a los jóvenes en las aulas mediante becas y programas como Yo Me Apunto, que ofrece una docena de opciones diseñadas para atender necesidades específicas, como la educación nocturna y los cursos para adultos. El plan atrae a 120.000 personas, muchas de las cuales podrían engrosar las filas de los ninis si esta posibilidad no existiera.

Pero el número de ninis sigue siendo alarmante y, con las variaciones de esperar, ha persistido a lo largo de años. Por eso es difícil explicar los obstáculos interpuestos a programas como el de educación dual, lanzado como plan piloto por el Ministerio de Educación, pero urgido de un robusto marco legal. El plan dedica un 10 % del tiempo a la práctica cuando el estudiante cursa décimo año. En undécimo, el tiempo de práctica aumenta a 20 % y en duodécimo llega al 30 %. El estudiante recibe un título de técnico medio, además del bachillerato.

Pese a los esfuerzos del Poder Ejecutivo, el plan no logra avanzar en el Congreso y encara obstáculos formidables, como la exigencia de la Caja Costarricense de Seguro Social (CCSS) de incluir a los aprendices en planilla y pedir a las empresas el pago de la seguridad social correspondiente.

Tan firme es la “defensa” de los intereses de los ninis y de los jóvenes necesitados de práctica laboral por los sectores políticos opuestos a la “explotación” de aprendices en la empresa privada, que los están condenando a seguir en las mismas condiciones. A los primeros les niegan una oportunidad de reincorporación al sistema educativo y a la fuerza laboral, a los segundos, les truncan una parte esencial de la formación técnica.

El año pasado, 12.772 alumnos de los colegios técnicos hicieron prácticas en empresas especializadas en informática, contabilidad, secretariado, cocina, diseño y otras ramas. El Instituto Nacional de Aprendizaje (INA) apoyó a otros 2.070 alumnos para practicar sus habilidades en el sector privado. La CCSS se les ha atravesado en el camino y la Asamblea Legislativa mantiene el tema en condición de estancamiento. No solo hacemos poco para reducir el número de ninis, sino que corremos el riesgo de aumentarlo mediante la negación de oportunidades. No tiene sentido.