Editorial: Mágicas soluciones fiscales

Nueva República plantea utilizar los ingresos del Banco Central por la participación de otras entidades en el mercado cambiario para pagar la deuda interna

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El plan de gobierno del Partido Nueva República, encabezado por Fabricio Alvarado, propone «autorizar el uso del monto de la recaudación diaria del cobro por participación en el mercado cambiario costarricense (un 25 % del margen de intermediación cambiario), la cual es realizada por parte del BCCR a las instituciones del sistema financiero para el financiamiento del pago de intereses por deuda interna».

La idea reconocible tras la oscura redacción es absurda y causaría graves trastornos a la economía, particularmente, a los costarricenses de menores ingresos, sin contribuir mayor cosa a aliviar las presiones de la deuda interna. Hay que preguntarse, entonces, cómo llegó a la propuesta oficial de un candidato que disputó la segunda ronda electoral en las elecciones pasadas.

La pregunta no es ociosa, porque periódicamente la clase política produce excentricidades y distracciones que nublan la verdadera naturaleza de los problemas, su dimensión precisa o el reconocimiento de los sacrificios requeridos para salir adelante. Son soluciones «mágicas», como el uso de las reservas del Banco Central para librarnos del endeudamiento sin necesidad de recortar gastos o aumentar ingresos.

Lejos de librarnos del endeudamiento, la propuesta nos libraba de discutir los cambios estructurales necesarios sin considerar el papel de las reservas en la estabilidad cambiaria y la confianza de los actores económicos. La idea también partía de atribuir erróneamente al Banco Central la propiedad de todas las reservas.

La ocurrencia de Nueva República adolece de defectos similares. Los recursos generados por participación en el mercado cambiario financian al Banco Central. A falta de ellos, se vería obligado a emitir dinero sin respaldo. Esas emisiones causarían inflación y encarecerían la vida de todos, con especial afectación de los más pobres. Por esa razón, la inflación ha sido llamada el más cruel de los impuestos, y políticas como la planteada son inevitablemente regresivas.

A juzgar por las respuestas de Nueva República, la idea llegó al plan de gobierno a lomo del desconocimiento de ese hecho fundamental. El candidato presidencial declinó responder las preguntas de La Nación y pidió a Juan Manuel Tirado, coordinador de su equipo económico, ofrecer las respuestas. Tirado afirmó, sin reservas, que los recursos provenientes del 25 % del margen de intermediación son ingresos «extraordinarios» del Banco Central. En consecuencia, su desviación al pago de la deuda no desfinanciaría ningún programa.

«No afecta al BCCR, porque es un ingreso que recibe por el intercambio de monedas. No lo tiene calculado, sino que va con vistas al futuro. Es un ingreso extraordinario, no va a afectar el funcionamiento del Banco Central», profundizó el asesor económico de Fabricio Alvarado, despejando toda duda del endeble punto de partida de la propuesta.

Así como la idea de utilizar las reservas del Banco Central para pagar la deuda partía de adjudicarle al instituto emisor la totalidad de las divisas en su poder, sin contar con que gran parte de ellas son encaje mínimo legal de los bancos comerciales y depósitos de Gobierno, la propuesta de Nueva República parte de la fantasía de una recaudación de entre $365 millones y $730 millones anuales por la comisión sobre las operaciones de intermediación cambiaria.

En realidad, la suma es de $56 millones, según el presupuesto del 2022 presentado por el Banco Central a la Contraloría General de la República. Es un monto muy pequeño para lograr el efecto mágico esperado por Alvarado y su equipo. El país tiene derecho a esperar mayor seriedad.