Editorial: Llamado a defender la salud

Solo el 2 % del presupuesto para adaptación al cambio climático y el 0,5 % de los recursos totales dirigidos a enfrentar el fenómeno se destinan a proteger y mejorar la salud humana

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“No podemos escapar a los daños del cambio climático en la salud humana”, dice la Organización Mundial de la Salud (OMS) en un documento elaborado en vísperas de la Conferencia sobre Cambio Climático de las Naciones Unidas (COP28), inaugurada el 30 de noviembre en Dubái.

El llamado de atención es también una forma de extender la preocupación por el fenómeno a quienes todavía podrían verlo como una amenaza remota o del todo inexistente. Cada vez hay más población con experiencia directa de los efectos del cambio climático, pero en las regiones menos afectadas puede surgir una ilusión de seguridad.

Según el Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático de la Organización de las Naciones Unidas (IPCC, por sus siglas en inglés), unos 3.500 millones de personas viven en áreas muy vulnerables al calentamiento global, es decir, alrededor de la mitad de la humanidad, pero nadie está exento de sus efectos.

Los acontecimientos climáticos extremos tienen consecuencias directas y palpables para vidas y bienes; sin embargo, otras son menos obvias en el momento de la tragedia. Las diarreas y males respiratorios desatados por las inundaciones o la extensión de las enfermedades transmitidas por vectores, como el dengue y la malaria, son secuelas a menudo percibidas cuando ya la atención de la prensa se ha fijado en otra parte.

Por su lado, la contaminación y el calor extremo se asocian con males respiratorios y problemas cardiovasculares. Este año, los incendios forestales en Canadá mantuvieron puertas adentro a millones de habitantes de ese país y del noreste de los Estados Unidos. El viento diseminó nubes de humo por toda la región.

Las olas de calor cobraron vidas en todo el planeta y causan asombro los récords alcanzados durante el verano del año más caliente de la historia. Según la OMS, las muertes de mayores de 65 años relacionadas con el calor aumentaron un 70 % en los últimos 20 años, pero también los menores de dos años son vulnerables porque su sistema inmunitario no ha terminado de formarse y son más sensibles a las temperaturas extremas.

En consecuencia, Tedros Adhanom Ghebreyesus, director general de la OMS, pidió a los representantes de los países reunidos en Dubái poner la preocupación por la salud en el centro de las nuevas políticas. No se trata únicamente de brindar protección a la infraestructura o de desarrollar la resiliencia de las actividades económicas más perjudicadas, sino también de cuidar a los individuos y sus sociedades.

Según la OMS, solo el 2 % del presupuesto para adaptación al cambio climático y el 0,5 % de los recursos totales destinados a enfrentar el fenómeno financian proyectos específicamente diseñados para proteger y mejorar la salud humana en el contexto de la crisis actual. Para tratar de corregir el rumbo, la organización insistió en que la COP dedicara el 3 de diciembre a examinar los impactos del fenómeno en la salud de las personas.

Nuestro país goza de un sistema sanitario público de gran cobertura y ha desarrollado capacidad de respuesta frente a brotes de enfermedades que en otras naciones causan estragos muy superiores. Esto no nos exime de poner atención a las recomendaciones de la OMS porque los retos serán de diferente naturaleza según avance el cambio climático. Una política centrada en la salud de las personas no puede pasar por alto la protección de la infraestructura sanitaria, especialmente en las costas.

La justa preocupación por las deficiencias actuales del sistema, como las listas de espera y las medidas necesarias para corregirlas, no debe impedir la prevención de los efectos en la salud humana de un fenómeno cuya progresión es, lamentablemente, muy probable en los próximos años.