Editorial: El gran reto de Biden y EE. UU.

Su nueva candidatura por los demócratas está asegurada; su triunfo no, y dependerá de muchos factores

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Lo que era un secreto a voces se convirtió en certeza el martes 25, cuando Joe Biden anunció que se presentará nuevamente como candidato presidencial demócrata. Su candidatura, políticamente hablando, está segura. No tiene ningún contendiente de peso y el partido cerró filas a su alrededor. Su posible éxito, sin embargo, dependerá de múltiples imponderables. Entre ellos están con cuál republicano deberá competir, cómo evolucionará la economía y cuánto pesará su avanzada edad en la decisión de los votantes. Ya es el presidente más viejo en la historia de su país, y el 5 de noviembre del 2024, cuando se celebren las elecciones, estará a 15 días de cumplir 82 años.

En el anuncio, mediante un video con tres argumentos clave, instó a los votantes a defender el “alma” y la democracia de Estados Unidos de quienes se empeñan en atacarlas o distorsionarlas, y a apoyarlo para “terminar el trabajo” iniciado el 20 de enero del 2021, fecha de su juramentación. Además, se presentó como lo que realmente es: un candidato moderado, razonable, experimentado y seguro frente a la probable candidatura de Donald Trump o de cualquier otro extremista.

La posibilidad de que en 19 meses los ciudadanos deban escoger, de nuevo, entre Biden y Trump (quien tendrá 78 años), revela cuán atrofiados están los mecanismos de relevos democráticos y generacionales en el país. Una competencia entre ambos, además, agudizará el proceso de polarización e intransigencia que afecta su dinámica política, y que impulsan, sobre todo, los republicanos, mediante sus reiterados ataques a la integridad democrática y sus esfuerzos por manipular los mecanismos electorales. Por esto, no importa a quien escojan finalmente como candidato, lo mejor para Estados Unidos sería la reelección de Biden.

Para el presidente, el camino más fácil sería enfrentarse a Trump. Pese a que su aprobación promedio solo llega al 42,8 % y su ventaja en intenciones de votos es de apenas 1,4 puntos porcentuales sobre él, Trump padece un 54,1 % de opiniones desfavorables. Además, todo indica que, en el tiempo que queda, sus problemas legales se multiplicarán en número y severidad, erosionarán aún más su apoyo y harán más fácil un eventual triunfo de Biden, a pesar de su edad.

Sin embargo, precisamente por el cierre progresivo del círculo legal alrededor de Trump, es posible que no consiga imponerse en las primarias republicanas. Esto podría abrir el camino a Ron DeSantis, gobernador de Florida, quien todavía no anuncia oficialmente su aspiración presidencial. En las últimas semanas se ha debilitado, inmerso en su frenesí hiperconservador, pero aventaja ligeramente a Biden en intenciones de voto. Otras figuras posibles son el exvicepresidente Mike Pence, que tampoco ha anunciado una candidatura, o la exgobernadora de Carolina del Norte Nikki Haley, que fue la primera en entrar a la lid. Sin embargo, el elenco puede cambiar de aquí a mediados del próximo año.

Esto aumenta la incertidumbre y hace más relevantes el desempeño de la economía —aún incierto—, la agenda legislativa, la imagen de Kamala Harris como posible presidenta, las llamadas “guerras culturales” alrededor del aborto, la prohibición de libros y los estudios raciales, el impacto de la guerra en Ucrania y cuánto calará en los sectores obreros el proceso de “reindustrialización” impulsado por Biden y las tonalidades prolaborales de su discurso.

Si algo no debe hacerse en política, es extrapolar linealmente las condiciones de hoy para suponer lo que sucederá después, sobre todo si hay tanto tiempo de por medio. Por desgracia, ni el partido ni los posibles candidatos republicanos tienen el perfil adecuado para asumir la presidencia, y nada indica que mejorarán de aquí a noviembre del 2024. Esto hace que, más allá de sus posibilidades de triunfo, el octogenario Biden sea hoy la mejor opción para el país. Es algo que no deja de preocupar.