Editorial: Democracia plena en Polonia

El revés de los ultraconservadores demuestra que los proyectos políticos regresivos pueden detenerse

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El martes fue confirmado oficialmente lo que con ejemplar precisión pronosticaron el domingo los sondeos a boca de urna: los partidos centristas, liberales y proeuropeos de Polonia se impusieron al oficialismo y alcanzaron mayoría parlamentaria. Si, como todo lo indica, consiguen formar una coalición gobernante, el país retomará una senda democrática activa, reanimará su Estado de derecho y será un actor propositivo en el seno de la Unión Europea, y más allá de esta.

La campaña estuvo marcada por gran polarización, el abuso del gobierno de los medios estatales y un sentido de urgencia sobre lo mucho que estaba de por medio: o el enquistamiento de la intransigencia antiliberal, tras siete años de dominio, o la recuperación de la democracia. De hecho, en declaraciones dadas el domingo, el jefe de la misión observadora de la Organización para la Seguridad y la Cooperación en Europa (OSCE) dijo que, debido a su control judicial y mediático, el Ejecutivo había inclinado a su favor el “campo de juego”, lo que impidió que la oposición tuviera “plena igualdad de oportunidades”. También criticó “la retórica intolerante, xenófoba y misógina” utilizada durante la campaña.

Aun así, y gracias a una ejemplar movilización ciudadana, la participación electoral alcanzó el 74,4 %, la más alta desde que el país se liberó de la dictadura comunista, una variable clave para romper el control del ultraconservador partido Ley y Justicia, y despejar el camino al cambio.

Aunque el oficialismo obtuvo la mayor votación (un 35,38 %) y ganó 194 escaños en un parlamento de 480, quedó muy lejos de la mayoría, en tanto su posible aliado, Confederación, de extrema derecha, se hundió en el último lugar, con 18. La oposición democrática, en cambio, obtuvo 248 parlamentarios: 157 de Plataforma Cívica, formación europeísta de centro liderada por el ex primer ministro y expresidente del Consejo de Europa, Donald Tusk, con el 30,70 % de los votos; 65 de Tercera Vía y 26 de Izquierda. Estas tres agrupaciones también controlarán 65 de los 100 escaños del Senado.

Ahora se inicia una etapa para la constitución del gobierno, que tomará semanas y generará fuertes tensiones. El presidente (jefe de Estado) deberá encomendar a un líder partidario asumir la tarea. Todo indica que corresponderá al de Ley y Justicia, por haber quedado en primer lugar. Si, como es prácticamente seguro, el Parlamento rechaza su propuesta, el turno le tocará entonces a Tusk. De aquí a ese momento, las negociaciones con sus aliados naturales de coalición serán difíciles, pero se espera que también sean exitosas, y que en diciembre pueda convertirse en primer ministro.

Tusk y su Plataforma Cívica se han comprometido a retomar la senda europeísta de Polonia; restaurar la independencia de los jueces, actualmente sometidos al poder partidista; acabar con la politización de los medios de comunicación públicos, convertidos en voceros oficialistas; y lograr que la Unión Europea desbloquee miles de millones de euros de aportes retenidos por las violaciones de Ley y Justicia a la normativa comunitaria y el Estado de derecho. Otra tarea para el próximo gobierno será retomar la ayuda militar a Ucrania, torpedeada en los últimos meses por el gobierno como forma de obtener el apoyo de sectores que objetan su costo.

Con una economía diversa y dinámica (aunque en años recientes perdió cierto ímpetu), Polonia es el sexto país más extenso y el quinto más poblado de la Unión Europea, además de un activo miembro de la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN) desde 1991. Su influencia es particularmente importante en Europa central y oriental, por lo que el abandono de la ruta populista autoritaria implicará un cambio esencial, de gran impacto geopolítico y simbólico.

Un mensaje clave de estas elecciones, que trasciende fronteras, es que los procesos de regresión política pueden detenerse y dar paso a renovados avances y aspiraciones. Esperamos que Polonia lo convierta en realidad tangible, mediante un nuevo gobierno, en las próximas semanas.