Editorial: Ambivalencia nacional

La delegación nacional firmó el acuerdo final de la COP28, muy parecido en sus pretensiones al manifiesto de la BOGA, de la cual Costa Rica fue fundadora en el 2021, junto con Dinamarca

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El año pasado fue el más caliente de la historia. Es una historia corta, porque las temperaturas comenzaron a documentarse hace 174 años, pero probablemente la temperatura promedio del 2023 tampoco tenga precedente en los últimos 125.000 años, según los expertos del proyecto Copérnico de la Unión Europea.

La nueva marca impuesta por el año recién pasado superó la del 2016 en 0,4 grados Celsius, una cifra asombrosa y preocupante a la vez. Las emisiones de gases de efecto invernadero y el fenómeno de El Niño conspiraron en los dos años récord para elevar los termómetros, pero, a diferencia del 2016, el año pasado sembró la duda entre los científicos sobre la posibilidad de un aceleramiento del calentamiento global.

El debate se desarrollará con mayor claridad cuando las distorsiones creadas por El Niño desaparezcan y se facilite valorar las transformaciones permanentes; sin embargo, más allá del ritmo del cambio, pocos dudan de que el plantea va en la dirección equivocada. No obstante, las emisiones de gases de efecto invernadero siguen aumentando, a pesar de los compromisos internacionales firmados para frenarlas.

En su momento, la industria petrolera financió organizaciones dedicadas a crear confusión sobre el calentamiento global, aunque científicos empleados por Exxon comenzaron a señalar el peligro en 1977. El desarrollo de la ciencia y la realidad experimentada en todos los rincones del planeta dificultan, cada vez más, argumentar contra el cambio climático y crear duda sobre sus causas.

Ahora, la apuesta de la industria de los hidrocarburos parece ser la pura ambición. Países grandes y pequeños cifran esperanzas de desarrollo en la explotación de hidrocarburos mientras firman acuerdos para ponerle fin. Un ejemplo de esa ambivalencia es la actitud de Costa Rica en la COP28, donde se negó a suscribir la declaración de la coalición BOGA (Beyond Oil & Gas Alliance) para llamar al cese de la exploración y explotación de petróleo y gas.

Más tarde, cuando los países comprometidos con la lucha contra la emisión de gases de efecto invernadero lograron imponer sus bien fundamentados criterios, la delegación nacional firmó el acuerdo final del encuentro, muy parecido en sus pretensiones al manifiesto de la BOGA, de la cual Costa Rica fue fundadora en el 2021 junto con Dinamarca.

Con mucho optimismo, el secretario ejecutivo de las Naciones Unidas para el cambio climático, Simon Stiell, aseguró que el acuerdo marca el principio del fin de la era del combustible fósil mediante la creación de condiciones para una transición rápida y equitativa, impulsada por mejor financiamiento y fuerte disminución de las emisiones.

Negar la firma al acuerdo final habría sido un escándalo y una condena al aislamiento. Por eso muchos países seguramente lo suscribieron sin intención de cumplirlo a cabalidad, como ha sucedido en otras oportunidades. Ojalá el nuestro no esté entre ellos y la suscripción del documento final señale la renovación del compromiso nacional con el ambiente.

No obstante, quedan sin explicar los motivos para dar la espalda a la declaración de la BOGA, cuyos objetivos eran totalmente congruentes con el acuerdo final. Nuestra contribución a la creación de la alianza, hace apenas dos años, era razón de más para sumarnos al manifiesto, y si no teníamos discrepancias con su contenido, como parece indicarlo la firma del acuerdo final, es difícil comprender la renuncia al prestigio de ser líderes en la fundación de alianzas internacionales para abonar a una causa tan urgente.

La ciencia insiste en la necesidad de limitar el calentamiento global a 1,5 grados Celsius en relación con la era preindustrial. En la actualidad, el mundo se encamina a sufrir las consecuencias de 2,5 grados de calentamiento. Muchos consideran pasada la oportunidad de alcanzar la meta de 1,5 grados, pero creen posible limitar el calentamiento a 2. Habría consecuencias graves, pero también posibilidades de adaptación. Costa Rica debe permanecer, con firmeza, en el campo para el cual ha demostrado vocación.