Ebullición en los mercados financieros

En el plano mundial, varios acontecimientos económicos y políticos han repercutido en los mercados, algunos más pronunciadamente que otros

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Los mercados financieros están en constante ebullición. A pesar de la relativa estabilidad, suceden muchos cambios, hay movimientos en las tasas de interés y cotizaciones de las monedas, y se gestan nuevas regulaciones aquí y en otros lares. A todos nos afectan directa o indirectamente. Debemos prestarles atención.

En el plano mundial, varios acontecimientos económicos y políticos han repercutido en los mercados, algunos más pronunciadamente que otros. La crisis griega, que está lejos aún de solucionarse, ocasionó cambios en las cotizaciones del euro frente al dólar pero las modificaciones han sido leves. La Unión Europea estaba definitivamente mejor preparada para enfrentar los avatares de uno de sus miembros más pequeños pero financieramente díscolo. Si el gobierno socialista de Alexis Tsipras incumpliera sus compromisos y Grecia tuviera que abandonar el euro, habría repercusiones a corto plazo, mas no llegarían al descalabro. Y todos habrían aprendido una gran lección sobre el adecuado manejo de la macroeconomía.

La economía china se estremeció por un fuerte remezón en sus bolsas de valores. Después de experimentar una inusitada burbuja que prácticamente duplicó en pocos meses el promedio de los índices bursátiles en Shanghái y Shenzhen, los indicadores cayeron abruptamente un 30% en junio, hasta que las autoridades intervinieron con medidas restrictivas para detener la caída. No ha habido contagio a otros mercados financieros, pero las dudas sobre la evolución del país hacia una economía más de mercado están presentes. Para algunos, las bolsas reflejan una inquietud mayor: la economía china está perdiendo dinamismo y esto repercutirá, tarde o temprano, en las exportaciones de los países en desarrollo a esa gran nación. China, junto con la India y otros países asiáticos, ha venido sosteniendo el crecimiento mundial. Las cosas podrían variar.

La negociación entre Irán, Rusia, China y un bloque de países occidentales industrializados, liderado por Estados Unidos, tendrá repercusiones geopolíticas que habremos de comentar, pero en el plano financiero posiblemente afectará las cotizaciones del crudo y sus productos derivados a corto plazo. Irán tiene reservas de petróleo importantes y es capaz de producir hasta 3,5 millones de barriles diarios. Cuando se supere el embargo al comercio con esa nación, posiblemente a principios del año entrante, se incorporarán al flujo de hidrocarburos varios millones de barriles adicionales, que servirán para atemperar los precios. México también acaba de liberar su mercado petrolero potencial y adjudicó cinco de sus diecisiete segmentos abiertos en el golfo en una licitación mundial.

La explotación de yacimientos de esquisto y gas natural en los Estados Unidos continúa. Parece que el mundo se enrumba a incrementar la oferta y mantener bajos precios del petróleo por un tiempo. Son malas noticias para países exportadores cuyas monedas se han depreciado frente al dólar y buenas para importadores netos, como nosotros. La menor factura petrolera este año representa un ahorro aproximado de $1.000 millones en la balanza de pagos, y es una de las razones que explican la apreciación del colón en los meses anteriores. Como noticia anecdótica, y sin que tenga mayores pretensiones de rigurosidad analítica, la revista The Economist señala que el colón se encuentra subvaluado en un 16%, medido por la comparación de precios del Big Mac en diferentes países.

Pero el cambio más significativo en el plano internacional es el anuncio de la presidenta de la Reserva Federal, Janet Yellen, de que este año, posiblemente en setiembre, dará inicio el esperado y tantas veces pospuesto ajuste de las tasas de interés a corto plazo, que han venido oscilando entre 0 y 0,25%. La inflación actual es inferior al 1%. La meta de la Fed es de un 2% anual. Esto significa que las tasas de interés tendrán que sobrepasar ese nivel para ofrecer una rentabilidad real positiva al ahorrante. Y aunque el ajuste será gradual, mayores rendimientos para la inversión en EE. UU. atraerán capital, fortalecerán el dólar frente a otras monedas y frenarán parte de los flujos de capital hacia países en desarrollo, como el nuestro. Según el Fondo Monetario Internacional, esto originaría volatilidad de nuestras monedas frente al dólar.

Afortunadamente, el Banco Central de Costa Rica ha venido creando una reserva para paliar eventuales coletazos cambiarios -plan blindaje- mediante el cual planea adquirir hasta $800 millones adicionales de reservas. La principal función de ese fondo, creemos nosotros, sería generar confianza entre los agentes económicos para evitar presiones injustificadas. Sn embargo, habida cuenta del impacto de la apreciación del colón en la competitividad, sería más bien saludable permitir una depreciación de la moneda nacional para generar impacto positivo en las exportaciones y la producción nacional que compite con bienes del exterior.

En nuestro mercado financiero también hemos observado cambios. Hay abundante liquidez en dólares frente a una demanda que no levanta lo suficiente por la ralentización de la economía, a pesar de la estabilidad cambiaria. Como consecuencia, las tasas de interés en dólares han venido bajando. Mientras que en enero los intermediarios públicos ofrecían un 1,85% para los depósitos a seis meses plazo, al 7 de julio eran apenas de un 1,13%; en los privados, la tasa pasó de 2,10% a 1,92% en el mismo periodo. Las tasas en colones también han bajado, pero menos de lo que quisiera el Banco Central. La tasa de política monetaria, que supuestamente debe influir en el resto del sistema financiero, bajó desde 5,25% hace varios meses a 3,5% actualmente. Se afirma que hay siempre un rezago entre los movimientos de esas tasas y que la última reforma a la fórmula del cálculo también influye. Sea como fuere, hay un problema por resolver.

Si bajan las tasas pasivas en dólares, pero se mantienen elevadas en colones, aumenta el incentivo para el influjo de capitales atraídos por los diferenciales en las tasas de interés, con efectos en el tipo de cambio. Podría disminuir un poco la tendencia a la dolarización de pasivos por la menor rentabilidad ofrecida, pero ocurriría lo contrario en cuanto a la dolarización del crédito, aspecto que es aún más peligroso si las condiciones externas varían y aumenta la devaluación del colón. Además de la estabilización del tipo de cambio, la dolarización del crédito también aumenta por el alto diferencial entre las tasas activas y pasivas en el mercado costarricense. Hay también ahí otro aspecto por dilucidar, que no han recibido suficiente atención administrativa ni legislativa.

Finalmente, están en el tapete las reformas impulsadas por Javier Cascante, superintendente de entidades financieras (Sugef), tendientes a mejorar la supervisión preventiva. El planteamiento es muy interesante y merece un análisis posterior. De momento, trascendió que piensa regular las remuneraciones e incentivos de los jerarcas bancarios, como se ha hecho recientemente en otros países. Habrá, sin duda, reacciones de los bancos públicos y privados, algunos de los cuales han abusado. Veremos cómo defiende don Javier su nueva propuesta.