Déficit fiscal y estrujamiento financiero

El crecimiento de la economía desmejora en el 2017, el déficit fiscal es más alto y tiende a elevarse durante el 2018, lo mismo que la deuda pública

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El Banco Central de Costa Rica (BCCR) prepara, de tiempo en tiempo, un programa macroeconómico que le sirve de apoyo a su política monetaria y cambiaria. Ese programa está sujeto a revisión para ajustar las acciones de política a las nuevas realidades, en caso de ser necesario. Recientemente, el Banco publicó una revisión del programa para los años 2017-2018. El documento está bien estructurado y contiene un breve análisis del entorno internacional. Con más detalle, presenta el comportamiento de las principales variables macroeconómicas del país durante el primer semestre de este año. A partir de eso, y utilizando un modelo que no hace explícito, define las principales acciones de política y proyecta lo que estima serán sus resultados.

El entorno internacional, destaca el BCCR, muestra signos de recuperación, baja inflación y políticas monetarias un tanto laxas en la Unión Europea, Japón y un poco menos en los Estados Unidos, donde más bien el Banco de la Reserva Federal se apresta a recoger liquidez. Los precios de las materias primas –entre los que destaca el del crudo y derivados del petróleo– tienden a subir ligeramente y también las tasas de interés internacionales (por ejemplo, la Libor) después de haber experimentado significativas reducciones en los semestres anteriores. Reconoce el BCCR que en parte los bajos niveles de inflación observados en Costa Rica en el pasado reciente obedecieron a esas reducciones en los precios de materias primas. También, hemos de reconocer, esos niveles de precios implicaron un importante ahorro en las erogaciones por importaciones, lo cual ayudó a que el BCCR operara con un nivel relativamente elevado de reservas internacionales.

Pero, en el futuro, esas buenas noticias dejarán de serlo y el país tendrá que enfrentar un deterioro en lo que se conoce como términos de intercambio internacional. Eso, sin duda, condiciona las políticas macroeconómicas por adoptar en lo que resta del 2017 y en el 2018.

El desempeño de la economía costarricense al fin del primer semestre del 2017 muestra un ligero deterioro en el crecimiento, medido por el producto interno bruto real (PIB), respecto de lo observado en el mismo período del 2016. El déficit fiscal también es más alto y tiende a elevarse durante el 2018, lo mismo que la deuda pública. El nivel de desempleo continúa alto (9,1% de la población económicamente activa del país) y el monto de reservas internacionales también se redujo. La inflación y la devaluación del colón muestran tendencia al alza.

La revisión del programa monetario no ofrece mucha novedad. Sin embargo, procede destacar lo que al respecto contiene sobre las perspectivas de las tasas de interés. Por un lado, el BCCR afirma que las proyecciones parten de un contexto de “reacción ordenada de los mercados financieros ante incrementos en las tasas de interés en Estados Unidos” (p. 31). Se estima que la tasa Libor a seis meses, que estuvo en el 1% durante el 2016, subirá al 1,5% y al 1,8% en el 2017 y en el 2018, respectivamente.

Por otro lado, el documento que nos ocupa reconoce que, en lo relativo al déficit fiscal, “los costos de la inacción generarían presiones al alza en las tasas de interés, estrujamiento del crédito al sector privado, reducción de la rentabilidad de la inversión en capital físico y humano, incremento de la percepción del riesgo país, menores ingresos de capital por inversión directa y mayores presiones alcistas en inflación”(p. 38). En suma, algo así como la contrapartida económica de las siete plagas de Egipto.

Por lo anterior, resulta muy extraño que el gobierno haya aceptado, recientemente, una reducción de las posibilidades de obtener financiamiento en el mercado local, a riesgo de incurrir en problemas de iliquidez, por no aceptar alzas en las tasas de interés que los inversionistas parecen demandar, cuando el propio ministro de Hacienda, como miembro de la Junta Directiva del BCCR, suscribió el citado documento de revisión del Programa Monetario.