Claro mensaje en Colombia

La primera ronda presidencial refleja el rechazo a las estructuras políticas tradicionales

Este artículo es exclusivo para suscriptores (3)

Suscríbase para disfrutar de forma ilimitada de contenido exclusivo y confiable.

Subscribe

Ingrese a su cuenta para continuar disfrutando de nuestro contenido


Este artículo es exclusivo para suscriptores (2)

Suscríbase para disfrutar de forma ilimitada de contenido exclusivo y confiable.

Subscribe

Este artículo es exclusivo para suscriptores (1)

Suscríbase para disfrutar de forma ilimitada de contenido exclusivo y confiable.

Subscribe

La primera ronda presidencial en Colombia, celebrada el domingo, es portadora de un claro mensaje: el descontento de la población por la situación del país y su generalizado rechazo a los sectores que han dominado durante décadas su vida política.

Esto explica no solo el primer lugar del candidato izquierdista Gustavo Petro, algo esperado, sino también el rápido ascenso del populista de derecha Rodolfo Hernández, quien de un modesto tercer lugar, hasta hace pocas semanas, desplazó del segundo a Federico Gutiérrez, de la derecha tradicional, y se convirtió en el gran competidor para la segunda ronda, el 19 de este mes.

El claro ganador en esta oportunidad fue Petro, con el 40,33% de los votos, un gran avance respecto al 25% obtenido en la primera ronda del 2018. Hernández, millonario de 77 años, obtuvo el 28,15%.

Gutiérrez se quedó en el 23,92%, mientras Sergio Fajardo, candidato centrista, apenas logró el 4,2%. El resto de los votos los compartieron otros dos candidatos.

Ahora, los colombianos deberán elegir entre dos opciones que, por decir lo menos, generan enormes inquietudes.

Actualmente senador y con 62 años, Petro perteneció al ya desaparecido frente guerrillero M19. En una época se declaró admirador del autócrata venezolano Hugo Chávez.

De cara a este proceso, moderó su discurso, y ahora, además de celebrar el pragmatismo de Gabriel Boric, en Chile, no dice aspirar al socialismo, sino a “una economía de mercado socialdemócrata”. Sin embargo, su programa incluye una serie de propuestas de corte estatista muy difíciles de financiar y que, de ponerse en práctica, podrían sumir al país en una profunda crisis económica.

En las elecciones legislativas de marzo, Pacto Histórico, su partido, se convirtió en la primera fuerza del Senado, aunque muy lejos de la mayoría, y la segunda de la Cámara de Representantes. Por esto, de llegar a la presidencia, estaría obligado a negociar para aprobar reformas relevantes.

Hernández es un típico outsider de la política nacional, con una experiencia política limitada en la alcaldía de Bucaramanga, de la que fue suspendido en dos ocasiones: primero, por golpear a un concejal; luego, por incumplir la prohibición de hacer campaña mientras se desempeñaba en el cargo, al que renunció poco antes de concluir su período. Algunos lo llaman “el Trump colombiano”, aunque quizá está más cerca del brasileño Jair Bolsonaro.

Su lenguaje tiende a ser violento y autoritario, no ha presentado un programa claro y atribuye la mayoría de los males nacionales a la corrupción, que promete arrancar de raíz. Cuando recibió fuertes críticas por alabar a Adolfo Hitler, dijo que se había equivocado y, en realidad, se refería a Albert Einstein. No cuenta con fuerza legislativa propia, por lo cual estaría virtualmente en manos de otros partidos.

A partir de esas actitudes, acciones y señales, las perspectivas no son buenas para un país que, aunque ha mostrado avances durante los últimos años, padece violencia e inequidad endémicas.

Mucho dependerá del pragmatismo y capacidad de tender puentes que, de llegar a la presidencia, despliegue Petro, o de la sensatez, madurez, realismo, acompañamiento técnico y capacidad política que, si fuera el triunfador, demostrara Hernández.

Tanto Gutiérrez como, sobre todo, Fajardo, planteaban ideas más razonables que los finalistas. Sin embargo, el primero sufrió al ser identificado como candidato de un statu quo muy afectado por la impopularidad del actual presidente, Iván Duque, los demoledores efectos económicos de la pandemia y las grandes protestas sociales a mediados del pasado año.

Fajardo, por su parte, quedó atrapado en medio de la polarización, primero ideológica y, al final del trayecto, entre pro y contra la política tradicional.

Aunque Petro tuvo un excelente desempeño, su ruta hacia la segunda vuelta se ve complicada. La misma noche del domingo Hernández recibió el apoyo de Gutiérrez, y es prácticamente imposible que, en el crispado ambiente colombiano, sus votantes, y quizá la mayoría de los de Fajardo, se inclinen por la izquierda. Pero nada está definido y muchos cambios y alianzas podrán darse en las tres semanas que restan.