Cambios en Planificación

El país está endeudado con la ministra dimitente, Laura Alfaro, por su lucha contra el ruinoso plan de traslado de recursos y competencias a las municipalidades

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La renuncia de la ministra de Planificación, Laura Alfaro, es una importante pérdida para el Gobierno de la presidenta Laura Chinchilla. El país está endeudado con la funcionaria dimitente por su lucha contra el ruinoso plan de traslado de recursos y competencias a las municipalidades, impulsado por Roberto Gallardo, su predecesor durante la administración Arias.

Gallardo, hasta ahora ministro de Comunicación, regresará a la cartera de Planificación para sustituir a Alfaro. Así, el Gobierno suma a una sensible pérdida un grave error. En el curso de la administración Arias, el nuevo ministro de Planificación demostró falta de capacidad para prever las consecuencias económicas de sus decisiones. Eso es mucho decir en el caso de un funcionario cuya tarea es, precisamente, visualizar el futuro y prever los recursos necesarios para alcanzar las metas deseadas.

Para desarmar el plan impulsado por su predecesor y ahora sustituto, Alfaro no tuvo necesidad de recurrir a su rico acervo intelectual. Ni su bien ganado doctorado en la Universidad de Harvard ni su experiencia docente en ese prestigioso centro de educación superior, fueron necesarios para entender el carácter ruinoso de una de las iniciativas más desafortunadas de la actual administración. Bastaron la matemática básica y el valor para enfrentar la demagogia.

Los números son sencillísimos: Es imposible cumplir el mandato de trasladar el 10% de los ingresos ordinarios del Gobierno a las municipalidades en unos siete años, al ritmo de 1,5% anual, porque el presupuesto nacional es inflexible en un 80%. El 33% de los ingresos se destina al servicio de la deuda pública; el 11%, a las pensiones; otro 6% al Poder Judicial, y el Ministerio de Educación tiene derecho al 27% porque la Constitución exige invertir el 8% del PIB en ese rubro. El Ministerio de Salud, excluido por ley de las competencias transferibles a las municipalidades, se financia con un 3%. Solo queda un 20% para sufragar los gastos de 16 ministerios y la Presidencia de la República. Si la mitad de esos recursos se asignara a las municipalidades, el Gobierno central colapsaría. Así de fácil, pero el nuevo ministro de Planificación no pudo, en su oportunidad, visualizarlo.

Por el contrario, Gallardo restó valor a las matemáticas y declaró que las grandes reformas se ejecutan con pasión y voluntad, no “con juegos de números”. En eso solo le acompañó Juan Marín, ministro de Descentralización, quien presumió ante los gobiernos locales de haberle metido “un gol” a la Presidenta y a los cuatro compañeros de gabinete que firmaron, junto a él, la iniciativa de ley enviada al Congreso.

El gol de ¢175.000 millones fue producto de un error de redacción. Entre las fuentes de financiamiento para el traslado de competencias figuraba el programa 327 del Presupuesto Nacional. Ese rubro representó ¢197.000 millones en el 2010, pero bajó a ¢22.000 millones en el 2011. Por error, el proyecto enviado al Congreso hacía referencia al presupuesto del 2010 y no al del 2011. El ministro de Descentralización se abstuvo de señalar el problema mientras la mandataria y sus colegas de gabinete firmaban el proyecto. Luego, ante una reunión de alcaldes, presumió del logro: “Aquí venimos con un gol que ya se firmó y el Poder Ejecutivo lo envió (al Congreso)”, relató. Para recalcar su meritoria participación en la jugada, añadió: “Nosotros lo dejamos 2010 y así se fue. Vamos a ver qué pasa. Después nos echamos el pleito para que tengan ojo. A lo mejor no lo cambian”.

El resto de los ministros relacionados con el tema expresó dudas sobre el proyecto. Quienes no se opusieron abiertamente, como Alfaro y el ministro de Obras Públicas y Transportes, Francisco Jiménez, por lo menos evidenciaron su falta de entusiasmo y su acuerdo con la ministra de Planificación, como lo hizo el titular de Hacienda, Fernando Herrero.

Para todos era evidente el despropósito, menos para el ministro ahora encargado de visualizar el futuro. El Gobierno salió del embrollo gracias a un valiente acto de responsabilidad de las fracciones opositoras en el Congreso, cuyos diputados sumaron esfuerzos para derrotar la iniciativa.

El retorno de Gallardo a Planificación, con toda su pasión, voluntad y aversión a los “juegos de números”, implica el riesgo de un nuevo traspié.