Buenas nuevas climáticas

En las últimas semanas se han producido importantes avances en políticas ambientales globales

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Durante semanas recientes se han producido estimulantes noticias en relación con el ambiente, todas ellas resultado de compromisos globales destinados a limitar las emisiones de gases de efecto invernadero que generan el calentamiento global. Sin embargo, desde el 8 de noviembre una peligrosa amenaza pende sobre este proceso: la posibilidad de que Donald Trump, elegido entonces como presidente de Estados Unidos, cumpla con su amenaza de abandonar el Acuerdo de París sobre Cambio Climático. Existen indicios de que quizá no lo haga, pero el riesgo se mantiene.

Ese acuerdo, aprobado unánimemente por 195 países en la capital francesa en diciembre pasado, durante la vigesimoprimera conferencia de las partes de la Convención de las Naciones Unidas sobre la materia (conocida como COP 21), entró en vigor el viernes 4 de este mes. Tras superar la ratificación de al menos 55 Estados que generan el 55% o más de las emisiones de gases con efecto invernadero, el texto adquirió carácter vinculante. Su principal meta es evitar que a finales de este siglo la temperatura global promedio sobrepase en 2 grados centígrados el nivel de la época preindustrial. Y si bien los compromisos ambientales asumidos en París por cada signatario son voluntarios, su cumplimiento será sometido a escrutinio público.

La noticia de la entrada en vigor precedió por pocos días la celebración en Marrakech, Marruecos, de la COP 22. Al concluir esta, el viernes 18 de noviembre, el número de ratificaciones al Acuerdo de París se había elevado a 111, una excelente señal sobre la extensión del documento. En esta reunión, además, se afinó un calendario para su implementación y se ratificaron compromisos de financiamiento para los países no desarrollados. La meta acordada es que, para el 2020, existan al menos $100.000 millones anuales para la mitigación (reducción de emisiones) y adaptación al cambio climático por parte de los países no desarrollados. Lo que queda por definir es mediante qué instrumentos se canalizarán los recursos y, por supuesto, garantizar su existencia.

El 6 de octubre, por otra parte, durante una reunión celebrada en Montreal, 190 Estados miembros de la Organización de la Aviación Civil Internacional (OACI) adoptaron un compromiso para limitar las emisiones de carbono. De esta forma, el transporte aéreo, que representa el 2% de las emisiones, se convirtió en el primer sector del mundo que se comprometió a luchar contra el cambio climático. El acuerdo entrará en vigor en el 2021, y durante seis años tendrá carácter voluntario; sin embargo, establece un precedente de gran trascendencia y señala un camino que ya se han comprometido a respetar los países con las mayores compañías aéreas del mundo.

Nueve días después, en Kigali, Ruanda, un número similar de Estados adoptó otro pacto, jurídicamente vinculante, para emprender la eliminación progresiva de los hidrofluorocarbonos (HFC), unos gases de efecto invernadero extremadamente nocivos para el clima, que se utilizan profusamente en sistemas de enfriamiento. Aunque las metas varían en función de los grados de desarrollo de los países, su efecto acumulativo será clave para evitar, como se propone el Acuerdo de París, el calentamiento global.

Todo lo anterior indica que el planeta va por un mejor camino que el existente hasta el año pasado, y que si bien los compromisos deberían ser aún mayores, los ya suscritos se constituyen en una excelente base para seguir avanzando. En esta coyuntura, el liderazgo de Estados Unidos es fundamental, y bajo la presidencia de Barack Obama ha sido determinante para los avances. De aquí la enorme y justificada inquietud que han generado las declaraciones de Trump. En campaña negó reiteradamente la seriedad del cambio climático y aseguró el retiro del Acuerdo de París. Sin embargo, en una entrevista concedida el martes al diario The New York Times, manifestó tener una “mente abierta” al respecto y rehusó reiterar su promesa de retiro.

Este cambio de matiz del presidente electo genera esperanzas. De su gobierno será imposible esperar el grado de sensibilidad desplegado por el de Obama. Pero si al menos mantiene los compromisos nacionales estaríamos ante otra excelente noticia que, sumada a los acuerdos y tratados ya comentados, así como a los avances tecnológicos sobre energías limpias, permiten imaginar un futuro más promisorio –o menos lúgubre– para el mundo en materia ambiental.