Altibajos de la economía mundial

Algunas variables económicas importantes marchan a favor de los países pequeños y abiertos, como el nuestro, pero otras, igualmente relevantes, lo hacen en la dirección contraria

Este artículo es exclusivo para suscriptores (3)

Suscríbase para disfrutar de forma ilimitada de contenido exclusivo y confiable.

Subscribe

Ingrese a su cuenta para continuar disfrutando de nuestro contenido


Este artículo es exclusivo para suscriptores (2)

Suscríbase para disfrutar de forma ilimitada de contenido exclusivo y confiable.

Subscribe

Este artículo es exclusivo para suscriptores (1)

Suscríbase para disfrutar de forma ilimitada de contenido exclusivo y confiable.

Subscribe

Aunque no podríamos decir que el mundo está loco, loco, como en la célebre comedia americana protagonizada por Spencer Tracy en 1993, tampoco podemos afirmar que se acaba de componer. La economía norteamericana sigue en el ojo de los analistas por sus constantes altibajos, al igual que otras de importancia en el mundo.

Algunas variables económicas importantes marchan a favor de los países pequeños y abiertos, como el nuestro –precios del petróleo, inflación, tasas de interés–, pero otras igualmente relevantes –producción real, generación de empleo– lo hacen en la dirección contraria, alimentadas por riesgos latentes, como las vicisitudes de la economía china, la lenta recuperación en la Unión Europea y factores de carácter político, como la posible salida de Inglaterra de la Unión Europea ( brexit ). El balance es difícil de aquilatar.

Costa Rica es importadora de combustibles y otros derivados del petróleo. Cuando los precios internacionales cayeron a niveles de $30 el barril (WTI), experimentamos una mejoría en los términos de intercambio. Bajó significativamente el monto de la factura petrolera (derivados) en más de $1.000 millones anuales; cayeron los precios al consumidor de los combustibles y de otros bienes y servicios directa o indirectamente relacionados con ellos; el colón se apreció; y la inflación medida por el índice de precios al consumidor (IPC) ha sido negativa en el 2015 y lo que llevamos del 2016. Eso incrementó el poder de compra de los consumidores y contribuyó a reactivar la producción. El índice mensual de actividad económica (IMAE) ha superado el 4% en las últimas mediciones.

No era de esperar que el precio de los combustibles permaneciera mucho tiempo alrededor de $30 el barril. A ese precio dejaba de ser rentable la explotación del petróleo de esquisto que fue, precisamente, uno de los factores de aumento de la oferta. El incremento a $50 el barril la vuelve de nuevo rentable, al menos en parte, y augura que habrá suficiente oferta para satisfacer la demanda mundial, sin presionar mucho los precios. Aunque el ascenso de $30 a $50 el barril desmejoró de nuevo los términos de intercambio en Costa Rica, afectó las cotizaciones cambiarias y también se comió, por así decirlo, buena parte del bono petrolero previamente depositado en los bolsillos del consumidor, la buena noticia es que, según los expertos, incluida la Agencia Internacional de la Energía, los precios del petróleo y sus derivados permanecerán estables por el resto de este año y buena parte del 2017. Eso contribuirá a estabilizar otras variables económicas, como las cotizaciones cambiarias y el IPC.

La producción en los EE. UU., por otra parte, sigue con altibajos. Cayeron las inversiones petroleras, en gas y otros sectores productivos, pero se han incrementado vigorosamente en la construcción y los bienes raíces. Sin embargo, la Reserva Federal (Fed) revisó a la baja la tasa de crecimiento real como un todo, de un 2,2% a un 2% este año. Y aunque la caída es relativamente baja, también modificó la proyección para el año entrante a un 2%, cuando hace unos meses se esperaba que mejoraría frente al 2016. La generación de empleo también ha venido mermando. En la última medición mensual se reportaron solamente 38.000 empleos nuevos, frente a 126.000 esperados.

Ese menor crecimiento del PIB no es buena noticia para los países pequeños con estrechos vínculos comerciales con EE. UU. Cuando la economía crece vigorosamente en el hemisferio norte –EE. UU., México y Canadá, las tres estrechamente vinculadas– se expanden nuestras exportaciones y mejoran el empleo y los salarios. La correlación entre el crecimiento en el norte y en el sur siempre ha sido estrecha.

Pero, como dice un viejo refrán, no hay mal que por bien no venga. El bajo crecimiento real y pobre desempeño laboral en EE. UU. motivaron a la Fed a mantener inalteradas sus tasas de interés, entre 0,25% y 0,50%, y les dio un nuevo respiro a los países en desarrollo dependientes, en parte, de las entradas de capital para financiar sus faltantes en la cuenta corriente de sus balanzas de pagos. Eso no significa, sin embargo, que las tasas de interés no subirán posteriormente, quizás en el futuro cercano. Pero, de no haberlas pospuesto, habría sido mucho juntar en un solo momento subidas en los precios del petróleo y las tasas de interés, por su impacto en los flujos de capital y la balanza de pagos.

De la Unión Europea no han brotado buenas ni malas noticias, salvo la ligera reducción en la tasa de crecimiento, de 0,1% real, anunciada por el Fondo Monetario Internacional en abril pasado. El crecimiento de la economía mundial en su conjunto también fue revisado a la baja, de un 3,6% a un 3,2% en el 2016, y de un 3,8% al 3,5% en el 2017. Mantener el statu quo sin ningún progreso real en términos de crecimiento y empleo parece ser la nota dominante. Pero hay un riesgo muy grande aún no descontado suficientemente por los mercados: la eventual salida de Inglaterra de la Unión Europea, para lo cual se convocó a un plebiscito el próximo 23 de junio. Si se confirmara la salida, sus efectos económicos podrían sentirse en todo el mundo.