Alianza de contradicciones

El reto más empinado a la preservación de la alianza opositora surge de los renovados cuestionamientos al Movimiento Libertario

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La alianza opositora no está construida en torno a un programa. Sus miembros lo dejaron claro cuando dieron a la publicidad el documento donde plasmaron el pacto fraguado para desalojar al Partido Liberación Nacional (PLN) de la conducción de la Asamblea Legislativa. En ausencia de programa, los integrantes del acuerdo ofrecieron promover una serie de “foros de discusión” que hasta la fecha no se han celebrado.

Como único punto de consenso para acciones concretas, las fracciones opositoras mencionaron la posibilidad de reformar el reglamento legislativo, pero esa iniciativa ya se da por fracasada en lo sustancial, y miembros de la propia alianza le auguran pocas probabilidades de éxito.

La alianza está construida en torno al deseo de desalojar al PLN del directorio (o de permitir a miembros de los grupos opositores figurar en tan señalados cargos) pero no es ni puede ser una verdadera alianza de oposición. Lo demostró don Ottón Solís cuando negoció el plan fiscal con el Gobierno. Hubo confusión, incluso dentro del Partido Acción Ciudadana (PAC), y algunos otros opositores reclamaron la maniobra, pero el PAC pronto les recordó la ausencia de compromisos más allá de lo firmado.

La alianza tampoco está construida en torno a la posibilidad de una futura proyección electoral. Se ha hablado de ello, pero los inconvenientes afloran a cada paso. Las divergencias ideológicas están entre los más formidables, porque no se le puede presentar al electorado una oferta de Gobierno basada en la promesa de celebrar foros de discusión sobre los problemas nacionales.

Tampoco basta el ofrecimiento general de darle “rumbo” al país, también incumplido hasta el momento.

Pero el reto más empinado surge de los renovados cuestionamientos al Movimiento Libertario (ML). Accesibilidad sin Exclusión (PASE) ya se retiró de la alianza, como partido, y dejó en manos de sus diputados la decisión sobre la política a seguir en el Congreso. En cualquier caso, su presidente rechaza categóricamente una alianza con los libertarios “estando Otto Guevara de por medio”. Ottón Solís, líder del PAC, extiende el veto a “la mayoría de esa cúpula libertaria” con la cual “jamás” podría haber una alianza. Gerardo Vargas, presidente de la Unidad Socialcristiana (PUSC) dice que su partido no saldrá a defender a nadie y deja las posibilidades de una alianza libradas al resultado de un frío análisis.

Todas esas protestas y baños de pureza suenan a hueco, porque buena parte de los cuestionamientos contra los libertarios ya existían cuando se fraguó el acuerdo legislativo. Fue el propio PAC el primero en plantear denuncias formales en medio de la campaña electoral. Además, existían los cuestionamientos harto conocidos contra la máxima dirigencia del PUSC.

Las protestas también suenan a hueco por su carácter provisional y su fijación en la figura de Otto Guevara. Si el excandidato libertario desaparece de escena, el problema estará resuelto. Hay, pues, una salida y depende de los libertarios mantenerla abierta. Por lo pronto, dos diputados del ML pidieron a Guevara dejar la presidencia del partido, pero el directorio político no los respaldó, como tampoco lo hizo el resto de la fracción.

Tampoco es posible descartar un escenario donde Guevara se libra de todo cargo y el peso de la ley recae sobre otros hombros en su partido. ¿Qué harían en ese caso los grupos opositores? ¿Se santifica el Movimiento Libertario –y, por ende, la alianza– si su máximo líder sale bien librado aunque las anomalías en perjuicio del erario público queden constatadas?

Por otra parte, es difícil entender por qué el PUSC no ha sido blanco de idénticas exigencias en relación con sus principales figuras y tampoco es fácil explicar la foto donde los presidentes de los partidos opositores compartieron mesa, hace medio año, con Otto Guevara, para entonces investigado por los primeros cuestionamientos a su campaña.

Entre contradicciones, traspiés e incomodidades, la alianza sigue vigente sin que exista claridad sobre los réditos políticos para el principal partido de oposición, Acción Ciudadana.

Los socios menores, alguno de ellos amenazado con la extinción, extrajeron de la unión lo suficiente para conservar vigencia y recuperar algo de vitalidad, pero al PAC, aparte de la pasajera presidencia del Congreso, el pacto no le ha dado más que la oportunidad de enfrentar sus contradicciones.