Voto hispano

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Rompieron los fuegos electorales en los Estados Unidos, y una de sus novedades es el protagonismo de personas con raíces latinas, quienes podrían tener un rol de primera línea en los procesos de elección que definirán en el 2016 quiénes ocuparán la Casa Blanca.

El republicano –cubano americano– Ted Cruz, senador del estado de Texas, ha sido el primero en lanzar su candidatura, y un fuerte contendor podría ser Jeb Bush, casado con Columba Garnica Gallo, originaria de México.

En las filas demócratas, una de las incógnitas, en caso de oficializar su candidatura, es el compañero de fórmula de Hillary Clinton. Se especula entre los probables a Julián Castro, actual secretario de Vivienda y Desarrollo Urbano, hijo de mexicana. Se trata de una manifestación más del peso creciente de este segmento de población, que en un relativo corto tiempo pasó de ser un pequeño grupo de tres millones a la más grande minoría del país.

Según el censo del 2010, los 57 millones de hispanos representan 16,3% del total de la población, cifra que para el 2050 se incrementará a 25%. Tal realidad ha tenido un impacto importante en la cotidianidad y la cultura de esa nación, como lo demuestra la popularidad de personalidades de origen latino, el mayor uso del español o nuevos gustos adquiridos en el paladar.

Además de su aporte a la economía, demográficamente, los hispanos contribuyen también con el rejuvenecimiento de la población, pues mientras la media de la población caucásica es de 42 años y la afroamericana es de 32, la de los hispanos es de 28.

Quizás lo más relevante es el potencial impacto del voto hispano en las elecciones, teniendo en cuenta, además, que en ciertos estados claves en término del Colegio Electoral, “swing states” como la Florida, Nevada o Nuevo México junto con aquellos históricamente “más seguros” como California (D) o Texas (R) cuentan con una sobrerepresentación hispana hasta de un 37.6%.

Históricamente, los hispanos han preferido a los demócratas, entre otros, por su posición en el tema de inmigración, muy sensible ante la amenazadora sombra de la deportación de un ser querido, disminuido por medidas ejecutivas de Obama, pero frágiles ante la ausencia de legislación y de la férrea oposición republicana, pero lo cierto es que no hay lealtades absolutas, y de ahí el esfuerzo de ambos partidos para conquistar el corazón y crucial voto de esta población.