Vivir en exurbia

Existe un sitio cuya descripción es ambigua, que abarca tanto a ricos como a pobres.

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Es necesario resignificar cuál es el vínculo ancestral de los los seres humanos con la tierra sobre la cual edifican sus casas, mansiones o chabolas. Independientemente del Estado del que se trate, habrá países más extensos territorialmente, pero la distribución de la riqueza nunca ha sido equitativa ni lo será nunca; eso no corresponde a la realidad.

Evidentemente, carezco de los insumos profesionales para elaborar un artículo técnico o especializado en esta materia, por lo que desde ya ruego disculpen imprecisiones los urbanistas, ingenieros y otros expertos.

Según he podido investigar, después de 1970 del siglo pasado, se inicia un proceso de deterioro de los centros históricos citadinos y un crecimiento urbano perimetral incluso más allá de los suburbios. El concepto mismo de suburbio resulta inquietante, pues suburbio viene del prefijo sub, que significa abajo, debajo o por debajo de algo, y de la raíz latina urbs, urbis, que significa ciudad.

Este significado tiene su origen en Atenas y Roma, fundadas en las cimas de colinas: la Acrópolis y el Palatino. La ciudad comenzó a expandirse, por lo que la gente tuvo que desplazarse al pie de la colina y hacia áreas más llanas, lo que formaba nuevas comunidades pertenecientes a la ciudad, pero que estaban bajo esta. Así nace la palabra suburbium, barrio o núcleo de población situado en las afueras de una ciudad o en su periferia y debajo de las colinas.

Lugares de descanso. En cambio, las villas romanas y villas venecianas perseguían un ideal individualista. Familias acaudaladas construían casas de descanso en las afueras y de esta manera podían gozar de la vida campestre, manteniendo los estándares de vida que tenían en la ciudad.

En la Inglaterra protoindustrial, se configura el proyecto suburbano de Victoria Park, en Mánchester. Lo principal y radical de esta idea es que persigue un ideal colectivo, la construcción de un conjunto de viviendas iguales para la clase media inglesa, segmento no aristocrático, una alternativa accesible que siguiera los preceptos de comodidad, seguridad y espacio.

De lo anterior se colige que el término suburbio actualmente puede ser ambiguo en cuanto a la condición socioeconómica de sus habitantes, pues puede albergar pobres o ricos, o incluso a la llamada clase media.

En el mundo anglosajón es más fácil asimilar suburbia a la middle class e inner city a los menos favorecidos. Aplica, especialmente y en general, a Estados Unidos de Norteamérica y no tanto a Inglaterra, porque vivir en la City londinense es muy caro, lo mismo sucede en Manhattan.

Nuevo territorio. Para algunos entendidos, desde los 80 del siglo XX, en el crecimiento territorial urbano de los Estados Unidos comienza a ocurrir lo que se llama exurbia.

Exurbia es una urbanidad semirrural de muy baja densidad que se extiende en algunos casos en distintas áreas metropolitanas favorecidas por las supercarreteras que disponen en su infraestructura y lejos de los antiguos cascos históricos de las ciudades.

Con el tiempo, sus zonas de interacción social son los grandes supermercados y centros comerciales construidos para esta creciente población, lo que a su vez genera nuevos empleos y elimina paulatinamente el desplazamiento a la ciudad.

Costa Rica es un país geográficamente pequeño en términos relativos, y San José es una ciudad con mucha velocidad, sin certeza, y con una organización espacial siempre en aprietos, que puede ser mutada de la noche a la mañana por un arreglo vial de última hora, con caos por unos cuantos accidentes.

Pese a ello, la migración hacia la capital es imparable. Una iniciativa de recuperación de los espacios públicos es encomiable, y desde el sector privado se construyen torres en propiedad horizontal cerca del centro con el objetivo de que, a mediano plazo, el ocupante de alto poder adquisitivo disponga de todos los servicios y entretenimiento dentro de las propias instalaciones para mayor seguridad y confort. Una especie de torre de marfil.

Precariedad. Una estimación conservadora de organismos internacionales arroja la cifra de mil millones de personas que viven hoy en barriadas pobres y de más de mil millones reducidas a la condición de trabajadores informales que luchan simplemente por sobrevivir.

Van desde los vendedores callejeros hasta los trabajadores contratados por horas, pasando por las cuidadoras de niños, las personas sexoservidoras e incluso quienes venden sus órganos para trasplantes.

Esas cifras son asombrosas, y lo serán más cuando las siguientes generaciones sean testigos de la explosión final de la población humana. Alrededor del 2050 o 2060 la población humana alcanzará su crecimiento máximo, que probablemente estará entre 10.000 millones y 10.500 millones de personas.

No llegará a los niveles de algunas de las anteriores predicciones más apocalípticas, pero alrededor de un 95 % de este crecimiento se producirá en las ciudades de latitud sur.

Tampoco podemos ignorar que la ocupación de tierras se ha privatizado. En América Latina se le llama “urbanización pirata”. Allí donde años atrás la gente ocupó tierras baldías, resistió órdenes de desahucio e incluso llegó a tener el reconocimiento legal por parte del Estado, ahora se pagan precios muy altos por pequeñas parcelas de tierra o, si no pueden permitírselo, se alquilan a otra gente pobre. En la mayoría de barriadas pobres, la mayor parte de los pobladores no son ocupantes ilegales, sino inquilinos.

Otro concepto. En los Estados Unidos, exurbia es otra cosa. Si se observan las ciudades estadounidenses, lo más sorprendente es el asentamiento exurbano: personas que antes viajaban para ir al trabajo desde el campo hasta los confines de las ciudades, ahora viven en terrenos aún más amplios con más vehículos todoterreno estacionados frente a sus casas. En otras palabras, cuanto más se desplaza la gente de la clase media, tanto más aumenta la huella que dejan en el medioambiente.

En Latinoamérica, exurbia es la otra cara de la moneda, la de la gente más pobre, apiñada en los lugares más peligrosos de las laderas montañosas, cerca de vertederos tóxicos, viviendo en llanuras inundables, año tras año a la cabeza del número de víctimas causadas por desastres naturales.

En las ciudades más grandes del tercer mundo siempre existe al menos un área donde algunas de las personas más ricas viven en comunidades protegidas fuera de los suburbios, pero lo que más está presente son dos tercios de los pobladores de barriadas pobres del mundo apilados en una especie de tierra de nadie.

El autor es abogado.