Violencia intrafamiliar

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La Organización Mundial de la Salud señaló en el 2000 a la violencia como la pandemia del nuevo siglo. Costa Rica, un país que le predica la paz al mundo, que tiene por orgullo ser el primer país que abolió su ejército, es hoy presa de múltiples formas de violencia.

Basta con leer o escuchar las noticias para darnos cuenta de la pérdida de vidas en carreteras, muertes y violencia en los barrios, violencia en las escuelas ( bullying ), violencia en los trabajos (acoso sexual y acoso laboral) y la más cruel de todas ellas: la violencia intrafamiliar.

El hogar, llamado a ser el cobijo de protección, es para muchos una vivencia de violencia: dura, lacerante y de profundas consecuencias, a manos de aquellos llamados a amarlos más.

Los espacios de ocio y de interacción familiar, llámense fines de semana, vacaciones, Semana Santa o celebraciones de fin de año, pueden resultar para quienes sufren de violencia la peor de las pesadillas.

Para quienes atienden este fenómeno, sea la CCSS, los cuerpos policiales o las autoridades judiciales, es un muy rutinario el llamado a la preparación para la atención y respuesta ante el histórico incremento de violencia en estas fechas.

La Semana Santa no fue la excepción, según datos del viceministro de Seguridad, Juan José Andrade, el incremento en relación con el año pasado es alarmante, sobre todo en Guanacaste. Hay que agregar los casos en que falta denuncia, que se presume son mucho más. Frente a esta realidad y pese a los grandes avances en materia policial y judicial, aún podemos apoyar como ciudadanos. Uso una frase del Observatorio de Género del Poder Judicial: “La vida de una persona está en sus manos” .

Lo ideal es brindarle a la víctima el acceso, la seguridad y la protección que le anime a romper el silencio, para lo cual solo requerirá de un llamado al 911, pero también lo pueden hacer amigos, familiares y vecinos. ¿Cuánta violencia o muertes se habrían prevenido? ¿Cuántos círculos de violencia se habrían roto?

La prevención es nuestra más importante arma, trabajar desde los hogares, escuelas y comunidad la autoestima, el empoderamiento de las mujeres, una mejor comprensión de las masculinidades e inculcar respeto y la tolerancia es la clave para familias y un país con una verdadera cultura de amor, y paz.