Venezuela en llamas

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Venezuela presenta todas las condiciones para considerarse una nación a punto de estallar. Confrontación de supremos poderes, estado de excepción, inflación en los triple dígitos, racionamientos y escasez crónicos, violencia y pobreza: una efervescente combinación que tarde o temprano detonará. La pregunta no es si sucederá, sino cuándo y cómo.

Venezuela es una democracia que se ha quedado en el papel. El júbilo vivido por un pueblo sediento de cambio, y cuyo clamor se plasmó en las urnas en diciembre con una contundente mayoría para la oposición, ha sido burlado por las manipulaciones de un Ejecutivo que se resiste a ceder su cada vez más dictatorial poder.

Maduro goza con la complacencia del Tribunal Supremo de Justicia (TSJ) y del Consejo Electoral que le ha hecho segunda en su afán de desarticular, contener o anular la mayoría calificada obtenida por la Mesa de Unidad Democrática. Un ejemplo claro fue la Ley de Amnistía declarada inconstitucional por el TSJ.

Maduro quiere desconocer la fuerza del 1.800.000 firmas recolectadas para la convocatoria de un referendo revocatorio que busca sacarlo anticipadamente del poder. También amenazó con el cierre del Congreso y ha negado al pueblo su derecho a manifestarse libremente en las calles.

Como si esto fuera poco, el Ejército, actor de ingrata memoria para muchos de los países latinoamericanos, continúa acuerpando al Ejecutivo en su permanente violación de los derechos humanos, y la comunidad internacional continúa miopemente ¡negándole fondos a la Comisión Interamericana de Derechos Humanos!

El Ejército, que será un actor determinante en lo que siga, ha recibido el llamado del líder de la oposición, Henrique Capriles, para que escoja entre Maduro y la Constitución Política. Tremendo dilema para quienes han coadministrado con el chavismo el ejercicio del poder.

Yerra Maduro al aferrarse a su cargo a cualquier precio y al cerrar las escasas vías democráticas disponibles, recordándole a este moderno Leviatán que el derecho al levantamiento es inmutable a todo pueblo condenado a la miseria, la violencia y la opresión.

Señor Nicolás Maduro, los hermanos latinoamericanos le pedimos que recapacite y reciba con sentido patriótico el llamado que su gente y la comunidad internacional en pleno le hacen. Cuando asumió como presidente, usted juró observar y defender la Constitución y las leyes, además de proteger y defender a su pueblo, al que hoy cruelmente oprime.