Un juego perverso

Este artículo es exclusivo para suscriptores (3)

Suscríbase para disfrutar de forma ilimitada de contenido exclusivo y confiable.

Subscribe

Ingrese a su cuenta para continuar disfrutando de nuestro contenido


Este artículo es exclusivo para suscriptores (2)

Suscríbase para disfrutar de forma ilimitada de contenido exclusivo y confiable.

Subscribe

Este artículo es exclusivo para suscriptores (1)

Suscríbase para disfrutar de forma ilimitada de contenido exclusivo y confiable.

Subscribe

Los pacientes en etapa terminal merecen estar rodeados de mucho amor, recibir los mejores cuidados y que se les dé un trato respetuoso en su transición al plano espiritual.

Por eso, resulta muy indignante que, en su conocido afán por sacarse clavos, la administración Chaves Robles haya decidido menoscabar una de las fuentes de ingreso de los programas de cuidados paliativos.

Me refiero, específicamente, a la orden emitida por el presidente Rodrigo Chaves para cambiar el canal encargado de la producción y transmisión del programa La rueda de la fortuna.

Resulta que este espacio es uno de los principales medios de promoción de los juegos con los que la Junta de Protección Social de San José (JPS) financia asociaciones de cuidados paliativos y un programa de vivienda.

Estudios técnicos de la propia JPS señalan la inconveniencia de sacar La rueda de la fortuna de Canal 7 para trasladarla a Canal 13, debido al riesgo de que las ventas de raspaditas caigan en razón de su baja audiencia.

Además, advierten de que el cambio afectará la relación costo-beneficio del espacio y obligará a la Junta a invertir más dinero en campañas de publicidad para evitar que se desplome la activación de sus productos.

Todo lo anterior lo saben el presidente y la Junta Directiva de la JPS. Aun así, contrario a la lógica, Chaves insistió en trasladar el programa al Sistema Nacional de Radio y Televisión (Sinart), y los directivos obedecieron.

Esta decisión es un disparate ante la contundencia de los datos. Sin embargo, no es la primera vez que esta administración desdeña los criterios técnicos cuando se trata de impulsar caprichos revanchistas.

Sabotear en forma antojadiza un negocio rentable para la JPS representa una nueva maniobra para perjudicar a medios de comunicación que mantienen una postura crítica frente a la administración.

Cada vez hay más evidencias sobre la intención del gobierno de convertir al Sinart en una fábrica de propaganda, y de usar la pauta publicitaria del Estado para premiar a sus acólitos y castigar las voces independientes.

Pero lo más doloroso es que, cada vez que gire ahora la rueda de la fortuna, no solo pierde la JPS, sino también muchas personas necesitadas de ayuda que sufren las consecuencias de este juego perverso.

rmatute@nacion.com

El autor es jefe de información de La Nación.