Un adefesio de reforma constitucional

La propuesta de reducir del 40 al 20% más uno los votos para la elección presidencial tuvo un final previsible en una democracia

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¿Ingenuidad, ignorancia, incultura democrática, globo de ensayo, afán de protagonismo, cortina de humo? Cualquiera de estas posibilidades, o la suma de varias, pudo estar tras el proyecto presentado por el diputado liberacionista Gilberth Jiménez Siles para reducir del 40 al 20%, más 1, el porcentaje de votos válidos necesarios para la elección presidencial. Pero, más allá de ellas, un calificativo resume su naturaleza. Lo utilizó la expresidenta Laura Chinchilla en Twitter, y lo reproduzco con sus mayúsculas: ADEFESIO.

La obtusa naturaleza del texto, el rechazo que generó y el empinado proceso que toda reforma constitucional debe remontar para convertirse en realidad lo condujeron a su rápido colapso. Sin embargo, su simple presentación enciende una alarma amarilla, y se acerca a roja al ver que, en sus inicios, tuvo quince copatrocinadores: siete de su fracción, seis de Nueva República (solo faltó uno) y dos del PUSC. Al quitarse siete y quedar por debajo de las diez firmas requeridas para seguir adelante, pasó al archivo, es decir, el elegante basurero.

Los argumentos “sustantivos” utilizados en la exposición de motivos, que no pasó por corrector gramatical, fueron tres: el elevado abstencionismo (particularmente entre jóvenes), la fragmentación partidista y la “pérdida de credibilidad” en los políticos y el “sistema institucional”. Pero todos ellos se contradecían en un proyecto que, al contrario, habría desestimulado aún más votar, hecho más tóxica la dispersión de partidos y vulnerado la legitimidad del sistema.

Si de verdad el gestor y sus acompañantes pretenden fortalecer nuestra democracia, sus energías deberían dirigirse ahora hacia una ruta muy distinta: reformar el financiamiento partidario, elevar los umbrales para su formación y los estándares para mantenerse activos, facilitar las coaliciones, extender el tiempo entre las segundas rondas (que están para quedarse) y la toma de posesión, modificar el sistema para la elección de diputados y ampliar su número.

Son complejas tareas, a las que debe añadirse un gran esfuerzo por hacer más modernos, abiertos, proactivos, inteligentes, estables y visionarios los partidos. Es algo sobre lo que la expresidenta Chinchilla también ha tenido mucho que decir, y no depende de acción legislativa.

Correo: radarcostarrica@gmail.com

Twitter: @eduardoulibarr1