Trump tico

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¿Es el actual clima político nacional un terreno fértil para que en el 2018 emerja con fuerza un caudillo que utilice el descontento ciudadano para impulsar un proyecto intolerante y autoritario? ¿Algo así como un Donald Trump tico, un demagogo de que azuce los miedos e incertidumbres del ciudadano medio y polarice la política con base en insultos, mentiras y odio a quienes piensan distinto o son minorías, con el fin de obtener un triunfo electoral?

Pensemos, y pensemos bien. Reconozcamos que no estamos vacunados para algo semejante. ¿No ven lo que ocurre en las democracias parlamentarias europeas? En esas sociedades ricas y más instruidas, ciudadanías con años de llevar palo con políticas de austeridad vuelven sus ojos a partidos protofascistas xenófobos.

Una mirada comparada superficial arroja algunas similitudes. Aquí como en Europa –y Estados Unidos–, las personas creen que su país va por mal rumbo, la desigualdad de ingresos se ha profundizado y amplios sectores de la población tienen acceso a servicios públicos cuya calidad ha empeorado. Aquí como allá, los partidos tradicionales están desacreditados.

Sin embargo, existen diferencias cruciales que no deben ser desapercibidas. Una mayoría de los ticos aún consideran que, pese a todo, Costa Rica tiene buen futuro. Y aunque hay xenofobia, esta no ha invadido la política; la mayoría de nuestros migrantes, los “nicas”, están mejor integrados a la vida social que los migrantes en esas sociedades. Además, nos salvamos de lo peor de la crisis económica internacional: tenemos crecimiento y estabilidad económica, vulnerables, pero indisputables.

Supongamos que Varguitas tiene razón y sea poco probable un “Trump tico” en el 2018. No estaríamos a salvo. Imaginemos este escenario: crisis económica en Costa Rica y en Nicaragua en el 2020. Aquí, más desempleo y pobreza disparan el descontento y los conflictos sociales; y, en Nicaragua, como la cosa estaría peor, decenas de miles huyen hacia territorio tico en busca de comida y aceptan trabajo a cambio de poco. En ese ambiente deprimido, con los partidos aún más debilitados que ahora, un político ambicioso azuza la xenofobia y le echa la culpa de todo a “los nicas”. ¿Tendríamos o no un problemón entre manos?

Podemos prevenir ese escenario atacando la falta de empleo decente y revirtiendo la creciente desigualdad social, dos deudas de nuestro estilo de desarrollo, y evitando que la crisis fiscal desbarranque la economía. Es hora de que los partidos se tomen en serio las próximas elecciones.