Troles en campaña electoral

Los troles comenzaron a sembrar comentarios en las redes sociales con nombres ‘presidenciables’, en un intento por medir simpatías o para descartarlos

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La campaña electoral ya arrancó en el inframundo de los troles. Basta con echar un ojo a las redes sociales para detectar el inconfundible tufillo a adulación que impregna los comentarios sobre varios personajes de la vida pública.

El descaro es total. Desde perfiles falsos y páginas anónimas, maquinarias de propaganda ya comenzaron a sembrar comentarios sobre nombres “presidenciables”, en un intento por posicionarlos y medir las interacciones que generan.

Usted lo puede comprobar. Fíjese con cuidado en los sospechosos comentarios que acompañan ciertos videos relacionados con obras en ejecución y transmisiones en directo desde recintos institucionales.

A estos espacios suelen filtrarse alabanzas en tono mesiánico sobre funcionarios y funcionarias muy específicos, acompañadas del ya infaltable “XXX para presidente 2026″ o “XXX para presidenta 2026″.

Sin duda, los responsables de esta tempranera contienda piensan que es hora de marcar la cancha y que las redes sociales ofrecen una tribuna inmejorable para promover, sin quemarlas, candidaturas que todavía no son oficiales.

¿Para qué van a gastar un montón de dinero en publicidad formal o en procesos internos de un partido si antes pueden evaluar cómo reaccionan los cibernautas ante la mención directa de sus aspiraciones?

¿Para qué se van a arriesgar a dejar sus puestos antes de tiempo si pueden ir preparando, agazapados en una burbuja de seguridad, su oportuna presentación como candidato o candidata del oficialismo para seguir en el poder?

Está claro que los troles y sus compinches desempeñan un papel importante en la búsqueda de clics, como difusores en la sombra de contenidos que pretenden promover el culto hacia sus clientes.

Resulta lamentable que el chavismo haya comenzado, tan pronto, a reventar las bombetas electorales cuando su gobierno todavía no cumple la mitad del mandato y le quedan innumerables tareas por atender.

Existe el riesgo de que el ruido proveniente del proselitismo virtual se convierta en un distractor de las labores esenciales que deben atender los jerarcas y, de paso, generar ronchas y choques de egos en el gabinete.

Pero la mayor amenaza es que esta prematura campaña produzca la radicalización de algún sector del electorado o despierte en otros un hartazgo que podría desembocar en apatía. Por eso, cuidado con lo que dicen los troles.

rmatute@nacion.com

El autor es jefe de información de La Nación.