Trilema tico

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¿Saben ustedes lo que es un trilema? Para no andar con rodeos, acudo a Wikipedia: “Es una elección entre tres opciones, que son (o aparentan ser) contradictorias entre sí, o bien, conducen a resultados distintos”.

Hay un montón de trilemas andando por ahí que uno ni sabía. O quizá sí. Vean, por ejemplo, el de “bueno, bonito y barato”: lo bueno puede ser bonito, pero raramente es barato; y lo barato, como dice el dicho, termina siendo caro.

En un trilema, uno quisiera tener las tres cosas juntas, pero es muy difícil beneficiarse de todas al mismo tiempo. Un trilema es una pesadilla peor que el dilema más complicado.

Cuando Juan Santamaría se paró a quemar el mesón de guerra no dijo: “Lo hago si me aseguran que viviré para contarlo y que igual seré un héroe”. A cómo estaban las cosas, quemar el mesón y ser héroe iban juntas. Lo de vivir, difícil.

Mucha gente es experta en crear trilemas con tal de no decidir nada y eludir responsabilidades. La excusa perfecta: si una cosa es tan complicada, nadie puede reclamarle a uno no hacer nada. ¿La estrategia obvia, entonces? Convertir cualquier cosa en un trilema.

El ejemplo clásico es la carretera a San Ramón: se quitó a la empresa brasileña OAS, ligada, por cierto, al escándalo de corrupción más grande de América Latina (el caso Java Lato de Odebrecht). No derramo ni media lágrima por ello, aunque he visto mucho defensor de esa empresa aquí que últimamente anda mudo por la vida. Muy bien.

Acto seguido, el Foro de Occidente exigió el diseño de una carretera más amplia y mejor que la otra, con –al mismo tiempo– peajes más baratos y un proceso de construcción más rápido.

Pidió lo imposible para no lograr nada. En este caso, además, el trilema se convirtió en cuatrilema pues querían que el Conavi lo gestionara bien. Báilenme ese trompo.

Vean ustedes un trilema clásico en nuestro país: queremos servicios públicos de primer mundo, sin contribuir la tajada de impuestos que se paga en esos países y sin ejecutar reformas institucionales en el sector público que mejoren la eficiencia y la rendición de cuentas. ¿Cómo se logra todo eso a la vez?

Podríamos pensar en muchos otros ejemplos. La cuestión es que este país vive enredado en un montón de trilemas artificiales: no son tales, pero los construimos. Y, así, en modo creativo, les dejo el título del próximo best seller: “Trilemas y subdesarrollo en la América Latina contemporánea”.