Tres que son uno

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Millicom, Río Azul y los derrumbes en la carretera San José-Santo Domingo de Heredia. Tres asuntos distintos, pero con algo común: la imprevisión, el entrabamiento, las cosas a medias.

En el primer caso, un negocio al que se entró por la puerta de la cocina. Se marginaron disposiciones que, aunque inconvenientes, debían cumplirse. Se optó por crear situaciones de hecho para que luego se arreglaran solas. Pero el andamio falló por el ángulo de la legalidad. Y a pesar de año y medio para arreglar el caso, todo quedó para última hora, hasta el derrumbe total. ?Y los tres gobiernos involucrados?

En Río Azul la historia ha sido más pintoresca: un asunto municipal que se convierte en crisis nacional, de la mano de una absoluta falta de credibilidad en los anuncios oficiales. Los plazos se han sucedido interminablemente. Ya nadie quiere un relleno, sí deshacernos de los desechos. La basura --!;ay!-- sí se ha convertido en algo ingobernable.

Los derrumbes no son un problema natural, sino humano. El peligro de la ladera que se cedió parcialmente en las cercanías del Virilla tiene décadas; la falta de solución, también. Y una flamante acera que se construyó próxima al cementerio de Santo Domingo se desplomó con los primeros aguaceros porque estaba construida sobre la nada: una chapucera amalgama de tierra y piedras que el agua lavó fácilmente. ?Quién tiene la culpa? ?Quién pagará las cuentas?

A estos tres casos podrían sumarse muchos más. Existen en legión; se acumulan sobre los hombros de todos los ciudadanos. Y seguirán aumentando si no hay una inyección de previsiones, responsabilidad y --sobre todo-- rendimiento de cuentas.