Seguridad, diálogo y futuro

Esta etapa podemos afrontarla de dos maneras: divididos y polarizados, o con esfuerzos de diálogo y consensos

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Atravesamos un período crítico. Como país, esta etapa podemos afrontarla de dos maneras: divididos y polarizados, o con esfuerzos de diálogo y consensos.

Enfrentamos la alarmante alza en la tasa de homicidios e inseguridad en el país, el deterioro en servicios de la seguridad social y la educación y retos emergentes, como el acelerado despliegue de la inteligencia artificial y los impactos concretos del cambio climático.

A este panorama debemos sumar el entorno internacional volátil por los conflictos bélicos en Ucrania y Gaza, la posibilidad de un enfrentamiento entre China y Taiwán, la incertidumbre sobre la elección en los Estados Unidos el próximo año y sus implicaciones en la economía y política. Estos son temas para los que como país debemos prepararnos y blindarnos.

La política, y Costa Rica no es excepción, se ha convertido en un ejercicio donde la acción y las palabras se centran en reforzar las identidades de seguidores y acentuar la diferencia con los otros, y no un ejercicio de construir consensos y afectar positivamente la realidad de las personas.

Romper esta polarización y optar por el diálogo y la acción es una decisión de las personas que lideran desde su esfera de influencia.

La verdadera ruta, la costarricense, es la ruta del diálogo. Puedo dar fe de que no es una ruta fácil o placentera, sino una compleja y políticamente muy difícil, pero que da resultados.

En momentos críticos, como lo fue la crisis fiscal en el 2018, la formación de un gobierno de unidad nacional fue un elemento fundamental que evitó una catástrofe.

Cuando se impulsó y aprobó la Ley de Fortalecimiento de las Finanzas Públicas se hizo con el objetivo común de dar mayor margen a esta generación y a la próxima para mejorar el Estado social de derecho. Hoy vemos frutos positivos de ese acuerdo que nos ofrece oportunidades frente a los retos que tenemos.

Como expresó Jorge Vargas Cullell en su columna, “si hemos logrado una disciplina fiscal, algo impensable tiempo atrás, ¿por qué no gestionarla mejor para impedir que la política social y la inversión pública sean las grandes sacrificadas?”.

Hoy estamos más cerca de contar con un margen fiscal mayor y la posibilidad de abordar con recursos las necesidades más urgentes. Se prevé que en el 2024 la relación deuda/PIB estaría por debajo del 60 %, lo cual a su vez debe abrir espacio a inversiones inteligentes y solidarias.

El país debe actuar con prudencia al definir prioridades y ejecutarlas bien. El gran desafío radica en asignar recursos de forma que mejoren el bienestar común y reduzcan las crecientes desigualdades.

De igual forma, el diálogo sirvió para defender la paz social en el contexto difícil de la pandemia, cuando a raíz de las manifestaciones sociales por la covid-19 y la necesaria negociación con el Fondo Monetario Internacional (FMI) del 2020 —manifestaciones que fueron penetradas por el narcotráfico— la búsqueda de acuerdos amplios y el diálogo multisectorial fueron claves para superar aquel momento de apremio nacional.

De ese diálogo surgió el Consejo Consultivo Económico y Social, creado en diciembre del 2020 e instalado en agosto del 2021, órgano que cuenta con una amplia representación sectorial en todo el país y tiene la función de fomentar el diálogo y buscar acuerdos nacionales mínimos. Esta herramienta de equilibrio y acercamiento está disponible para Costa Rica.

De forma similar, después de un largo proceso de diálogo entre el gobierno y la Junta Directiva de la CCSS, se alcanzó un acuerdo básico para el pago de la deuda del Estado con la Caja el 31 de julio del 2020.

También, cuando en mayo del 2021 trascendió que el narcotráfico estaba extendiendo su influencia a los pasillos de la Asamblea Legislativa, se realizó un encuentro de los poderes de la República, incluido el Tribunal Supremo de Elecciones, para acordar una agenda y enviar un mensaje inequívoco de unidad para la protección del país ante esa amenaza.

En su momento, estos procesos de diálogo fueron agriamente criticados por muchos. No obstante, fueron esenciales para obtener resultados tanto económicos como para conservar un marco de paz social.

Estos diálogos son imperfectos y sus resultados suelen ser parciales. Pero depende de su continuidad el que sigan dando frutos. Además, como suele ocurrir en la política, es más sencillo atacarlos y criticar sus imperfecciones en lugar de comprometerse de lleno en su construcción.

Debemos abrir diálogos que desemboquen en acciones sobre cómo mejorar la seguridad ciudadana a través de la lucha contra el tráfico internacional de drogas y el narcomenudeo, de una política penitenciaria y de salud pública frente a las adicciones y su prevención en zonas de riesgo.

Si Costa Rica ha mejorado económicamente en los últimos años, pero el número de personas empleadas no aumenta y la pobreza no disminuye, significa que nuestro crecimiento es más intensivo en capital y menos en fuerza laboral. ¿Cómo enfrentar este reto que solo se radicalizará con la automatización y la inteligencia artificial?

En el contexto real de la amenaza bélica internacional, tenemos que dialogar sobre nuestra seguridad alimentaria y cómo balancear el sector agropecuario nacional que asegure alimentación y empleo al país con las importaciones.

Debemos dialogar entre sectores para diseñar un plan sobre cómo mejorar la educación de nuestro país, que logre captar el imaginario colectivo, y, de manera similar, un acuerdo nacional para la sostenibilidad de nuestra seguridad social, pilar de nuestra paz social.

La práctica reciente en la Asamblea Legislativa nos acerca cada vez más a un régimen semiparlamentario, donde una mayoría puede gobernar en varias dimensiones por sobre el Poder Ejecutivo.

Es muy deseable que el Ejecutivo conduzca estos procesos, pero, de no hacerlo, el vacío debe llenarse. Es mejor empezar desde ya, pero de no ser así, será entonces en la elección del 2026 cuando podría abrirse una nueva ventana de acuerdos y diálogo.

El mérito en democracia no radica en imponerse sin más, sino en avanzar estableciendo puentes con quienes piensan de forma similar y, sobre todo, con quienes tenemos diferencias.

carlosalvaradoquesada@gmail.com

El autor fue presidente de la República del 2018 al 2022.