Se impuso la razón

Ottón Solís renunció a la OCDE, pues es más relevante la estabilidad de las finanzas públicas que su viaje a Francia

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Si don Ottón Solís se hubiera ido a París, habría sido un viaje de ida y vuelta. Era casi seguro que un nuevo gobierno, a partir del 8 de mayo del 2022, lo destituiría de inmediato del puesto de representante ante la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE).

Entonces, esos cortísimos nueve meses apenas le habrían alcanzado para ubicarse en Francia, acudir al edificio en la calle André Pascal, comenzar a tejer contactos en el selecto club de 38 Estados y, cuando ya estuviera medio acomodado, despedirse. La OCDE y París valen la misa, pero con tiempo.

Ir como estrella fugaz no valía tanta controversia. Si lo que don Ottón desea es aportar al mejoramiento de ese exclusivo organismo y dejar huella, hará más desde aquí influyendo en ajustes internos para que Costa Rica concrete las reformas y prácticas que la hagan una socia eficiente.

Dichosamente, primó la madurez que le dan sus 67 años, pues lo razonable era renunciar al puesto que le dio el presidente, Carlos Alvarado. Era lo más sano. Hay cuestionamientos a la legalidad de su designación y, si él volaba a París, los diputados de oposición prometían derribar el crédito con el Fondo Monetario Internacional (FMI) y, por consiguiente, hundir más las finanzas públicas.

Don Ottón ha creado controversias necesarias a lo largo de su vida política, por ejemplo, la reducción del gasto público, pero esta, de interés personal, resultaba innecesaria.

Tres veces candidato presidencial, diputado en dos períodos, una vez ministro y con una trayectoria académica de peso, está más para cerrar ciclos, disfrutar el verano de su vida pública, «tranquilo» —como dijo en el 2018— y dar oportunidad a las nuevas generaciones.

Lo conveniente para el interés nacional es que Manuel Tovar Rivera, con 47 años y quien goza de la confianza de diputados y del ministro de Comercio Exterior, Andrés Valenciano, prosiga estos cortos nueve meses en la OCDE.

El disturbio político que desató este nombramiento y la tozudez del presidente de querer enviarlo a París se debió cortar por lo sano. Por eso, afortunadamente, se impuso la cordura de don Ottón al «criterio» del mandatario. Importa más Costa Rica que un puesto en París.

amayorga@nacion.com