Sana crítica: Guerra comercial

Entre China y Estados Unidos, existe un problema más complejo y multidimensional.

Este artículo es exclusivo para suscriptores (3)

Suscríbase para disfrutar de forma ilimitada de contenido exclusivo y confiable.

Subscribe

Ingrese a su cuenta para continuar disfrutando de nuestro contenido


Este artículo es exclusivo para suscriptores (2)

Suscríbase para disfrutar de forma ilimitada de contenido exclusivo y confiable.

Subscribe

Este artículo es exclusivo para suscriptores (1)

Suscríbase para disfrutar de forma ilimitada de contenido exclusivo y confiable.

Subscribe

La volatilidad ha vuelto a los mercados y crece la preocupación de lo que significará una escalada en el enfrentamiento entre Estados Unidos y China, lo cual, erróneamente, se ha denominado tan solo “guerra comercial”, cuando el asunto es mucho más complejo y multidimensional.

Lo que se inició con un alza en los aranceles a ciertas importaciones chinas, en marzo del 2018, ha seguido con varias imposiciones de parte de Estados Unidos y la correspondiente reacción china, cuyo más reciente capítulo es el anuncio de una nueva serie de impuestos a partir del primero de setiembre, que, unida a prohibiciones de compra a empresas de tecnología chinas, como Huawei o ZTE, argumentando razones de seguridad, dificultan un acuerdo antes de las elecciones del 2020. Atrás, quedaron los buenos augurios de Osaka (G-20).

La más reciente reacción del gigante asiático ha sido la devaluación del yuan a siete por un dólar —valor que no tenía desde agosto del 2008— y el anuncio de la suspensión de la compra y posible fijación arancelaria a productos agrícolas estadounidenses, medidas con cálculo electoral por el efecto en estados claves para los republicanos.

La reacción de los mercados, cuya volatilidad ha bailado al son del enfrentamiento de las dos más grandes economías del mundo, ha devenido en severas caídas en todos los mercados, como evidencia clara de que en esta confrontación no hay ganadores y de la grave amenaza que se yergue sobre la economía global en momentos de por sí retadores.

En abril, el FMI revisó a la baja las perspectivas de crecimiento globales de 3,6 % a 3,3 %, considerando el bajo crecimiento en China (6,2 %), la desaceleración alemana, los problemas políticos en Francia, el alto endeudamiento italiano, las consecuencias del brexit y los problemas que enfrenta la economía japonesa (envejecimiento de la población, desastres naturales, entre otros). El recrudecimiento de las tensiones no hará más que empeorar la situación.

Consecuencias igualmente preocupantes son el acercamiento de China a Rusia, el debilitamiento de instituciones fundamentales para los Estados pequeños, como la OMC, y, desde luego, el eslabón más débil: los consumidores. Por su relevancia, este será un tema prioritario al que habrá que dar un minucioso seguimiento.

nmarin@alvarezymarin.com

La autora es politóloga.