Sana crítica: ¿EUA está dormido?

China se apresta a emprender lo que podría convertirse en una de las más grandes obras de infraestructura y plataforma del siglo XXI.

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En setiembre del 2013, el presidente de China, Xi Jinping, se refirió a lo que podría convertirse en una de las más grandes obras de infraestructura y plataforma del siglo XXI. Inspirado en la antigua Ruta de la Seda, de hace más de 2000 años, se trata de una mucho más ambiciosa ruta a la que se le ha denominado Iniciativa del Cinturón y Ruta de la Seda o One belt-One Road (OBOR, por sus siglas en inglés).

De concretarse este megaproyecto, integraría rutas terrestres, marítimas, ferroviarias, oleoductos, gasoductos, vías transoceánicas y puertos para el que el Banco de Desarrollo de China ha dispuesto $900.000 millones, junto con otros entes financieros chinos que también brindarán recursos para 900 proyectos.

Se trata de un megaproyecto en el que más de 65 países han mostrado interés en participar; cubrirá 4,5 billones de habitantes, originalmente tres continentes (Asia, África y Europa), con planes de expansión a Suramérica, el 75 % de las reservas energéticas conocidas y generaría un 55 % del PIB mundial.

Además de la generación de empleos, conexión y nuevas rutas de comercio, el OBOR aspira a convertirse en un mecanismo de cooperación, coordinación de políticas y colaboración financiera, comercial, social y cultural.

Denominado por algunos como un Plan Marshall a la china, el proyecto no es bien recibido por todos, pues se le percibe como una amenaza en seguridad regional y global y una estrategia para un replanteamiento de un nuevo balance geopolítico global.

Con el OBOR no solo se estaría conectando a China con el mundo, sino que le daría una posición geoestratégica, alianzas comerciales y políticas, así como una proyección de alcance global, situación que hoy solo tiene Estados Unidos.

El proyecto también genera suspicacia en la Federación Rusa y en países vecinos que no olvidan conflictos pasados y temen que con el proyecto emerjan en un contexto de mayor vulnerabilidad.

Para los Estados Unidos, la buena recepción del proyecto de aliados históricos como el Reino Unido y la Unión Europea, que incluso exploran ligar este proyecto al Plan de Inversiones para Europa (Plan Juncker), ha sido un golpe y reafirma el error de haberse salido del Acuerdo Transpacífico de Cooperación Económica, dejándole a China un mayor margen de maniobra.