Sana crítica: Amor e inteligencias

El 2020 quizás fue un generoso llamado a la humanidad para que trabajemos y desarrollemos mejores versiones de nosotros mismos

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El cambio de año es siempre un momento oportuno para la reflexión de lo acontecido en el año que termina, las lecciones aprendidas y los temas pendientes, es la oportunidad de establecer nuevos sueños y metas. Sin duda, por los demandantes desafíos del 2020, pocos años han sido mejor recibidos que el 2021.

Un acontecimiento en particular, en los últimos días del año, llamó la atención de muchos, la inesperada muerte del cantautor Armando Manzanero, un fallecimiento más a manos de la covid-19, que nos hizo perder una de las plumas y voces más connotadas de habla hispana, con su partida recordamos el profundo mensaje que nos dejó con su pieza Cuando me vaya de aquí.

Escrita hace diez años, Manzanero se describe como una persona plena y feliz, que reconoce lo maravillosa y esplendorosa que es la vida, así como su avidez por contarle al ser supremo su más importante lección por su paso terrenal: el aprender a amar.

Con sus palabras y canción, Manzanero nos facilita esa conversación con nosotros mismos en ese acto de reflexión anual al dejarnos muy claro el propósito y pilar esencial de nuestro paso por la vida, el ejercicio de nuestra capacidad de amar en todos nuestros actos.

Es interesante como, en los últimos años, se ha evolucionado en materia de las inteligencias. De jóvenes aprendimos lo que significaba el IQ o coeficiente intelectual, concepto al que luego se agregó, gracias a Daniel Coleman, el de la inteligencia emocional o EQ, esa capacidad de las personas de entender las motivaciones y sentimientos de otros y actuar en consecuencia.

Hoy hemos evolucionado hacia dos nuevos e interesantes conceptos como son el de la inteligencia del amor o LQ y el de la inteligencia de la adaptación, conocida como AQ. La primera es la capacidad de los seres humanos de ser gentiles y compasivos hacia nosotros mismos y con los demás, mientras que la segunda, es la capacidad de hacerle frente a los inevitables cambios que se presentan en la vida.

Pocos años han sido más demandantes de ambas inteligencias, la del amor y la de la adaptación, como lo fue el 2020, quizás como un generoso llamado a la humanidad para que todos trabajemos y desarrollemos mejores versiones de nosotros mismos. ¡Les deseo a ustedes y sus familias un maravilloso 2021!

nmarin@alvarezymarin.com

La autora es politóloga.