Radicalismo moderado

La democracia agotada expía pecados de grandes indiferencias

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Vivimos tiempos de zozobra. Una inflexión se anuncia bajo el signo seguro, pero arcano, de un parto inevitable. La interrogante es huella indeleble del cambio. Los de arriba ya no pueden seguir igual, los de abajo ya no lo toleran. Para Schumpeter hay momentos que exigen respuestas radicales que logren lo improbable: ¡No ser tan radicales!

Es la definición misma de la figura de Beatriz Webb. Mujer adelantada a su época. Nacida rica, se disfrazó de pobre para sentir la problemática obrera, en la Inglaterra de su tiempo. Fue 40 años después de la Revolución Industrial. El capitalismo había producido su rasgo más constante, la convivencia de progreso y penuria. Para ella, ambos eran producto del mismo diseño de sociedad. La explotación era la otra consecuencia no confesada de la “mano invisible” del mercado. El círculo vicioso de la miseria era su enfermedad crónica insalvable.

Dedicó su vida a enfrentar esa dicotomía. No era la única. Europa hervía de levantamientos obreros. La Comuna de París había sellado la lucha social con una imagen sangrienta. Ella entendió diferente las cosas. Su visión era un socialismo como evolución cultural consciente, a través del sistema político. Abogaba por un proceso reformista. En vez de cambios dramáticos, una evolución, no una revolución.

De La Comuna, Marx dedujo la dictadura del proletariado. Ella no. Para ella, el socialismo era la responsabilidad moral del ideal democrático. Creía en el éxito del capitalismo en la producción, pero condenaba la inequidad de la distribución. Gracias a su influencia, el hechizo del marxismo no fecundó en Inglaterra. Su legado es inmenso. Inspiró la génesis del partido laborista inglés. Su voz fue radical y moderada. Era compleja, no perfecta. No apoyó el sufragio femenino, pero promovió la reforma electoral que elevó de 7 a 21 millones los electores ingleses y permitió el primer gobierno laborista.

Su visión llega hasta nosotros, bajo el nombre de estado de bienestar. Ella lo definió como “asegurar un mínimo nacional de vida civilizada”. Nada más suyo, nada más actual, nada más polémico. Hoy, la democracia agotada expía pecados de grandes indiferencias. La incertidumbre reina. Son tiempos revolucionarios, sin revoluciones. El escándalo de nuestra inequidad añora el radicalismo moral de Beatriz Webb.

vgovaere@gmail.com

Velia Govaere, exviceministra de Economía, es catedrática de la UNED y especialista en Comercio Internacional con amplia experiencia en Centroamérica y el Caribe. Ha escrito tres libros sobre derecho comercial internacional y tratados de libre comercio. El más reciente se titula “Hegemonía de un modelo contradictorio en Costa Rica: procesos e impactos discordantes de los TLC”.