Radar: Salidas buenas y malas

Los allanamientos de la Fiscalía en oficinas, vehículos y viviendas de dos diputados y un viceministro revelan que el aparato judicial, en medio de sus problemas, puede funcionar

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Al menos una encuesta lo documenta y, aunque no fuera así, es posible suponerlo: el caso del cemento chino ha añadido desprestigio a la política, enfriado el clima electoral, golpeado a varios de sus actores y dado aire a los más simplistas y nocivos de ellos. Hasta ahora.

A partir del miércoles tenemos nuevos recursos para revertir parte del daño; podrían ampliarse al 18 de diciembre. Los allanamientos de la Fiscalía en oficinas, vehículos y viviendas de dos diputados y un viceministro revelan que el aparato judicial, en medio de sus problemas, puede funcionar. Dentro de 17 días, cuando vence el plazo, la comisión legislativa sobre créditos bancarios podrá añadir buenos aportes si emite un informe robusto, propositivo y ojalá consensual.

La acción judicial la impulsa un motor de alto octanaje: la fiscala interina, Emilia Navas. La comisión investigadora no habría desvelado tanto sin la determinación de diputados como Ottón Solís, Patricia Mora y Sandra Piszk. Moraleja: las personas cuentan. Sin embargo, su trabajo ha sido posible gracias a las instituciones en que se desempeñan, y que las preceden y trascienden.

Los instrumentos de la Fiscalía y los tribunales permiten llegar hasta los más altos jerarcas sin violar el principio de legalidad y el debido proceso. En el ámbito legislativo, las herramientas son políticas: investigaciones y señalamientos de los que emanan propuestas. A estos se añade la labor de la prensa.

Podemos decir que, si las instituciones y sus responsables pueden actuar para bien, también pueden hacerlo para mal. De acuerdo. El caso del cemento chino lo atestigua. Pero sin un sistema institucional adecuado careceríamos de instrumentos para frenar distorsiones, revelar verdades y castigar posibles culpables sin irrespetar derechos suyos y de todos.

Que ese sistema trabaje bien es un enorme desafío de la Política (con mayúscula): la que no se limita a la contienda o el ajuste de cuentas, sino a buscar una mejor gobernanza a partir de dinámicas sociales e institucionales. La primera actitud puede conducir al facilismo mesiánico y autoritario, receta para el desastre; la segunda, al trabajo duro, los procesos legítimos y el respeto mutuo. Es menos efectista, pero mucho más eficaz. Y segura.

Eduardo Ulibarri es periodista, profesor universitario y diplomático. Consultor en análisis sociopolítico y estrategias de comunicación. Exembajador de Costa Rica ante las Naciones Unidas (2010-2014).

Correo: radarcostarica@gmail.com

Twitter: @eduardoulibarr1