Radar: Peligroso baile legislativo

La tentación de sustituir los 'valses nobles y sentimentales' de la buena política por la charanga del clientelismo o los cálculos preelectorales se reactivó.

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Durante dos años y piquito, la Asamblea Legislativa bailó a un buen ritmo y, en ocasiones necesarias, golpeó distorsiones y privilegios con un martillo transformador. Recordemos la aprobación de la agenda para el ingreso a la OCDE y los cambios a su reglamento interno (baile) o la reforma fiscal y la regulación de huelgas (martillazos indispensables).

Sin embargo, la tentación de sustituir los “valses nobles y sentimentales” (me valgo de Ravel y José Marín Cañas) de la buena política por la charanga del clientelismo o los cálculos preelectorales se ha reactivado. Y ahora entró, corneta en mano, donde menos debía: el manoseo fiscal para bajar recortes contenidos en el segundo presupuesto extraordinario presentado por el Ejecutivo y aprobado en comisión.

El miércoles ya le habían quitado casi ¢4.000 millones a los ¢328.000 originales, y al escribir esta columna los tijeretazos disonantes siguen sonando: mala nota.

Como en todo bailongo, al comienzo pocos se lanzan a pista, pero bastó que unos lo hicieran para que se armara el pachangón. La primera pareja fue insólita: saltando desde polos opuestos del salón, Pedro Muñoz y José María Villalta, como consumados calypsonians, se abrazaron al ritmo de Banana boat en una ocurrente moción: restituir ¢930 millones a municipalidades donde se produce banano. Su argumento: que los impuestos generados por la actividad no se han reducido. Olvidaron que lo importante es la cobija total del presupuesto, no sus retazos, y que tapar huecos con deuda no es lo mejor. Macarena, la siguiente pieza, generó una comparsa mayor: ¢2.800 millones, restituidos a las asociaciones de desarrollo, donde el PLN y el PUSC tienen fuerte influencia. ¿Qué seguirá?

Siempre habrá causas buenas que pedirán trato especial. Pero la crisis actual llama al sacrificio común y las acciones consecuentes. Hace 70 años, George Orwell recordó que, en el fondo, todo mensaje es político. Más en la Asamblea Legislativa, el más permeable y pugnaz de los tres poderes. El problema es cuando por política se entiende más el cálculo electoral que la responsabilidad nacional. Y si en épocas normales le podemos decir “pasa”, ahora se vuelve alarmante. Este baile, además de inoportuno, es peligroso. su música debe parar.

Correo: radarcostarrica@gmail.com

Twitter: @eduardoulibarr1