Radar: El TSE, robusto y legítimo

El TSE debe estar orgulloso de su trabajo y los ciudadanos orgullosos del TSE.

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Apenas dos horas y media después del cierre de urnas, conocimos la médula del resultado. Con rapidez, Fabricio Alvarado aceptó su derrota y felicitó al ganador. Carlos Alvarado devolvió el aprecio hacia él, su familia y seguidores durante el discurso de la victoria. No han existido quejas formales. El conteo de papeletas avanza a buen ritmo y concluirá pronto. A partir de entonces, hasta los rumores más perversos de anomalías se hundirán en el vacío.

El jefe de observadores de la OEA y expresidente de Colombia, Andrés Pastrana, resumió todo con una bella frase: “A Costa Rica no se viene a denunciar; se viene a aprender”. En síntesis, un proceso impecable; una justificada recarga de confianza institucional tras una campaña llena de crispaciones, rumores y simplismos. El TSE debe estar orgulloso de su trabajo y los ciudadanos orgullosos del TSE.

El Tribunal Supremo de Elecciones es una construcción atípica en el hemisferio. Los constituyentes de 1949 le dieron jerarquía y funciones muy robustas, que exceden organizar elecciones. En la estructura de la Constitución, su capítulo forma parte del título sobre derechos y deberes políticos, y precede los referentes al Ejecutivo, Legislativo y Judicial.

El artículo 95 declara la “autonomía de la función electoral”. El Registro Civil le está subordinado. Su ámbito jurisdiccional es casi ilimitado: el 102 le da la autoridad de “interpretar en forma exclusiva y obligatoria las disposiciones constitucionales y legales referentes a materia electoral”, y sus resoluciones “no tienen recurso, salvo la acción por prevaricado” (103). De aquí los requisitos para integrarlo y la ausencia de representación partidista entre sus miembros.

¿Excesivo? Quizá, pero ha funcionado con legitimidad y eficacia. Sin embargo, este TSE cortado con tijeras del siglo XX enfrenta desafíos del XXI cada vez más complejos. Muchos requieren renovados criterios de manejo, en particular los requisitos para inscribir y desinscribir partidos y la canalización del financiamiento estatal. Otros escapan a su jurisdicción, como la naturaleza omnipresente de las redes sociales y la posible manipulación de los datos que emanan de ellas.

Lo bueno es que, a pesar de tan grandes retos, el ente que debe encararlos goza de muy buena salud.

Correo: radarcostarica@gmail.com

Twitter: eduardoulibarr1

(*) Eduardo Ulibarri es periodista, profesor universitario y diplomático. Consultor en análisis sociopolítico y estrategias de comunicación. Exembajador de Costa Rica ante las Naciones Unidas (2010-2014).