Que brille la luz

Privatizaciones, segundo round

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"Hay que ver las velas encendidas, los buenos ejemplos."

Las palabras resonaron con firmeza en la plácida iglesia de Fátima, en Heredia, cuando el sacerdote comentaba en su homilía algunos aspectos relacionados con el reciente crimen de Llorente y el clima de violencia que vive el país.

A su juicio, por sobre los desvaríos e iniquidades en que incurre con frecuencia el ser humano, por encima de las víctimas inocentes de hechos inexplicables y del comprensible dolor que esas actuaciones causan en las familias afectadas y en la sociedad en general, debe prevalecer la esperanza en un mañana mejor. Un mañana lleno de actuaciones que enaltecen, de gente haciendo el bien, de "velas encendidas", como las llamó.

Sabias y aleccionadoras palabras las del padre Juan Rafael Chacón, pronunciadas el sábado en una misa de conmemoración de unas bodas de oro.

Particularmente eché para mi saco cuando dijo que la prensa debía actuar con mucha moderación al informar de los casos negativos, para evitar hacerle propaganda a los procederes desviados. Nadie sabe cuántos recónditos delirios de grandeza y deseos insanos de ser el eje de la noticia y el centro de atención de todo el país, podríamos estar "alimentando" con las publicaciones sobre estos sucesos.

Más claro ni el agua. El día que el hombre pierda la fe, todo estará perdido. Y no solo la fe religiosa, sino la fe en sus semejantes, en las formas civilizadas de convivencia, en la riqueza espiritual. De eso me convencí esa misma noche, en una graduación de niños, al verlos desfilar con velas encendidas.

En sus rostros inocentes, emocionados y expectantes, iluminados por el fuego en la oscuridad, desfilaba la bienaventuranza, la bondad, la pureza del alma. Sin palabras lo decían: que brille la luz de la ilusión.