Prohibido disentir

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Aparte de quedarse sin el apretón de manos del nuevo presidente de la Asamblea Legislativa y sin degustar quizá unas cuantas exquisiteces en la recepción que ofreció don Antonio Alvarez tras asumir el cargo, don Ottón Solís corre el riesgo ahora de que le caiga encima el Establishment de su partido.

Ya circulan las voces inquisitoriales que amenazan llevarlo ante el tribunal de ética de Liberación Nacional.

?Su gran pecado? Olvidarse del undécimo mandamiento en la política: no disentir. Posiblemente más temprano que tarde, va a pagar por eso de alguna manera.

Esa es una de las grandes "enseñanzas" para las nuevas generaciones que nos deparan las sonadas jornadas cívicas de nuestra depreciada democracia.

Solís se atrevió a solicitar una mayor mesura y austeridad en los gastos del Primer Poder de la República y eso le habrá valido --mínimo-- algún pensamiento no publicable de sus colegas de todos los signos, porque cuando las raciones disminuyen, lo padecen todos los comensales.

Lo que sí es una lástima es que don Ottón no haya aprovechado la oportunidad para comprarse el pleito por algo más que canapés, boletos aéreos, séquitos de asesores y kilometrajes familiares, que al final de cuentas son bagatelas si se las compara con tanto problema serio que requiere de un mayor compromiso político. Pero en todo caso, su ejemplo es meritorio.

Por el contrario, ?por qué quienes abrigan deseos de llevar a Solís ante el tribunal de ética no vuelven más bien sus ojos hacia los que rompen pactos de caballeros, para poder creer que al menos la palabra empeñada conserva aún su valor en este país?