Presidente y diputados electoralmente incorrectos

Contra muchos pronósticos, Carlos Alvarado, ‘un hombre PAC’, y una mayoría de diputados, conformaron una alianza que aprobó reformas que fueron un kamikaze político

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Hay que reconocerlo. En estos cuatro años se dio una excepcional alineación política entre los poderes Ejecutivo y Legislativo, en la cual prevaleció el interés nacional sobre el partidario.

Esta conjunción ocurrió pese a los malos presentimientos que había en mayo del 2018, cuando un endeble “Gobierno PAC”, con 10 de 57 diputados, y una Asamblea Legislativa fragmentada en siete partidos eran de pronóstico reservado.

Gobernar y legislar en esas condiciones parecía (y fue) complicado, pero la negociación dio buena cosecha. No obstante los tres meses de huelga de los empleados públicos, en diciembre del 2018 aprobaron la impopular reforma fiscal (incluida la regla fiscal) para recortar privilegios salariales que disparaban el gasto a costa de impuestos y creciente deuda.

Es digno de encomio porque ningún mandatario ni Congreso en este siglo logró o quiso comprarse tal bronca. La mancuerna Ejecutivo-Legislativo se buscó otro pleito al votar la ley que puso fin a los abusos con huelgas eternas en los servicios públicos. La fiesta terminó.

Gobierno y diputados fertilizaron su cosecha con la ley de educación dual, el paquete de normas para ingresar a la OCDE y, por supuesto, con el indeseable pero necesario acuerdo con el Fondo Monetario Internacional.

Pusieron la cereza en el pastel con la reforma del empleo público —también urgente desde hacía décadas—, pero a la cual tampoco le quiso entrar de frente ningún otro gobierno-Congreso.

Pese a los misiles de sindicatos y magistrados del Poder Judicial (salvo una mayoría de la Sala IV), crearon el salario global en el Estado (a igual función, igual paga), lo cual ahorraría hasta ¢400.000 millones al año.

Imposible de ignorar es otro vital detalle. Aunque Carlos Alvarado llegó a ser presidente como un “hombre PAC”, en estos cuatro años marcó distancia con la ideología que le impregnaron nuevos líderes a Acción Ciudadana, y optó por reformas esenciales para sanear las finanzas públicas, contrarias a los intereses de influyentes figuras del partido.

Su osadía, y la de la mayoría de los diputados que tomaron decisiones electoralmente incorrectas en estos cuatro años, quizás resultó en un kamikaze político.

Pero eso es lo destacable en este cuatrienio: se cosechó por el interés nacional, no de partidos o sectores.

amayorga@nacion.com