Prepararse para el futuro como Facebook, Google y Microsoft

Bill Gates lo dijo: ‘El secreto del éxito está en prever lo que va a pasar en el futuro y llegar ahí primero que los demás’

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Las estrategias de las grandes compañías del mundo digital, como Facebook, Google, Microsoft o Apple, con miras a la competencia en el futuro, deberían llevarnos a cuestionar qué tan preparados estamos los seres humanos para vivir realidades antes vistas solo en películas de ciencia ficción.

Bill Gates lo dijo: «El secreto del éxito está en prever lo que va a pasar en el futuro y llegar ahí primero que los demás». Aunque más lentamente, los potencias mundiales y algunos bloques de aliados empiezan a moverse en esa dirección.

Los pasos de estos actores marcan lo que el prospectivista japonés Kenichi Ohmae denominó en el 2005 «el próximo escenario global», solo que uno podría pensar en ajustar su previsión de 1990 («El poder de la tríada») de que serían Estados Unidos, la Unión Europea y Japón los que iban a liderar el mundo a partir de la segunda década del siglo XXI, ello por el surgimiento y auge de China.

Sin embargo, es diferente la forma como actúan los países con poder para incidir sobre la economía y la política globales. China y Estados Unidos buscan posicionamiento, y por ahí van otros carentes de la misma jerarquía geopolítica, pero sumamente competitivos en algunas actividades y unidos en bloques.

Esto último es el caso de la Unión Europea (UE). El fortalecimiento que la UE ha dado a la prospectiva estratégica y el pensamiento a largo plazo implica imaginar escenarios incluso hasta el 2040, en donde se configuran las condiciones que podrían manifestarse a lo largo de dos décadas, no solo para tomar una posición ventajosa, sino también para analizar su vulnerabilidad y trabajar para desarrollar resiliencia.

Han hecho estudios sobre el efecto del envejecimiento de la población, la concentración en las ciudades, el agotamiento de los combustibles fósiles, los fenómenos migratorios, el cambio climático, nuevas pandemias y otras situaciones.

A partir de sus análisis han construido lo que denominan «tablero de resiliencia» por países, es decir, un sistema de seguimiento de las capacidades de adaptación en cinco dimensiones clave: economía, geopolítica, digitalización, descarbonización y sociedad.

La resiliencia no impedirá que los fenómenos sucedan, pero sin duda les ayudará a estar mejor preparados, mitigar el impacto y adaptar sus principales actividades.

A esta forma de planificar el desarrollo a largo plazo basada en la prospectiva estratégica se le conoce como «base para la gestión anticipatoria»; y aunque podría decirse que es tautología, lo cierto es que lo que procura es superar la idea de linealidad de la planificación y pensar en futuros múltiples.

De acuerdo con el profesor y consultor Stephen C. Harper, de la Universidad de Carolina del Norte, «el éxito de la organización en el futuro dependerá de la capacidad de detectar la necesidad de cambio, aprender qué es lo que se debe hacer de otra manera, desarrollar enfoques innovadores para proporcionar valor y tener los recursos disponibles para emprender los cambios».

«En ocasiones, la anticipación posibilitará aprovechar oportunidades emergentes. En otras, la organización tendrá que ser ágil e improvisar», afirma Harper.

¿Podemos aspirar en el sector público a que también sea la orientación para una gestión menos reactiva, normativa y lenta?

La planificación nacional está muy lejos, o muy separada, de la gestión, y esto constituye el primer reto. ¿Debería ajustarse a la estructura de la Administración Pública o a la inversa?

Un principio fundamental de la planificación desde sus orígenes es que la estrategia antecede a la estructura y no al revés. Pensemos en una organización humana, por ejemplo, la milicia, en donde nació la estrategia.

El general (la mente del estratega) definía una estrategia de combate, luego organizaba a sus soldados, los ubicaba en posiciones clave según las capacidades de cada uno, tomaba previsiones en ciertas áreas y tenían un plan B.

Entonces no parece muy coherente plantear estrategias nuevas manteniendo la misma estructura. Esa es la razón por la cual al revisar documentos que hablan de horizontes temporales al 2030, 2040 o 2050 las preguntas, aparte de saber cómo se construyeron, son cuál estructura se requiere para poner en práctica esa estrategia, si seguir operando igual es lo idóneo para el éxito de la estrategia o si el problema se resuelve motivando a las personas.

Los trabajos de la Unidad de Prospectiva Estratégica de la UE han puesto especial atención en las directivas para la gobernanza anticipatoria. Según sus conclusiones, más que un problema en la formulación de la estrategia, lo que hay son serias limitaciones en la ejecución y evaluación de esta.

Agregaría a este aporte de la UE, y en el caso de Costa Rica, que la confusión radica en lo que es la planificación y la programación. Desde hace muchos años, el país lleva a cabo programación de actividades en el tiempo y asigna los recursos para la ejecución. No planifica.

El presente demanda visión a largo plazo, futuros posibles, gestión anticipatoria, de ningún modo se puede trabajar sobre los modelos del pasado.

jc.mora.montero@gmail.com

El autor es docente en la UNA y la UCR.