Pregunta sobre la democracia

¿Cómo se repara el daño que los proautoritarios y populistas infligen a las instituciones y a la cultura democrática?

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La erosión y quiebra de las democracias ha dado lugar a una frondosa literatura especializada. Especial atención ha recibido esa secuencia mediante la cual gobiernos elegidos democráticamente empiezan a gobernar de manera autoritaria, recortando libertades, pasándose las leyes por el forro, desmontando las instituciones de control sobre la gestión pública y atacando a otros poderes de la república para someterlos a sus arbitrios, especialmente al poder judicial. También es parte del guion el control sobre las fuerzas de seguridad, a las que convierten en guardia pretoriana del gran jefe.

Esa literatura ha podido dibujar bien los libretos y las condiciones bajo las cuales una democracia se deteriora. Y lo ha podido hacer porque muchos regímenes plenamente democráticos, y otros que no lo son tanto (las llamadas semidemocracias), han ido hacia atrás como el cangrejo, lo que aporta material para estudio. Todo esto tiene evidente importancia e interés para Costa Rica: la prevención es para nosotros medular.

Menos atención recibe otro asunto que debiera llamarnos a la reflexión, una vez dibujadas las secuencias y estrategias de la decadencia democrática y los actores que la empujan. ¿Cómo se repara el daño que los proautoritarios y populistas hacen a las instituciones y, más en general, a la cultura democrática? En esto hay menos casos de estudio, quizá Polonia es uno de ellos.

Esta pregunta es importante por varias razones. En primer lugar, no hay mal que dure cien años y, por tanto, hay que pensar en el “día después”. En segundo lugar, porque revigorizar instituciones heridas por el manejo despótico no se logra con discursos floridos. Muchas personas se acostumbran, incluso si no son proautoritarias, al manejo arbitrario de la esfera pública. Revertir esa cultura y prácticas políticas lleva tiempo, ideas claras, capacidad de gestión y, sobre todo, apoyo de una coalición democrática que se sostenga en el tiempo.

Esto último es particularmente complicado porque los demócratas siempre están agarrados de las mechas entre sí por políticas públicas (unos quieren más mercado, otros más Estado; unos son más conservadores, otros más progresistas, en fin). Ahí el cuidado es que esas obvias diferencias no terminen desarmando el proceso de reconstrucción democrática. Eso es lo que puede estar pasando en Estados Unidos.

vargascullell@icloud.com

El autor es sociólogo, director del Programa Estado de la Nación.