Polarización y otras palabras del año

Escoger la palabra del año no es un simple divertimento o acto promocional de diccionarios o academias

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Las palabras son más que unidades de significado que describen o nombran hechos, cosas e ideas. Con ellas construimos patrones lingüísticos que reflejan, pero también determinan, formas de interacción y significado; es decir, cultura en sentido amplio, además de cambiante.

A partir de este minúsculo apunte, basado en John L. Austin, filósofo británico del lenguaje (1911-1960), postulo que escoger la “palabra del año” no es un simple divertimento o acto promocional de diccionarios o academias. Hecha con seriedad, ofrece pistas para identificar sensibilidades, inquietudes, desafíos, tendencias o simples modas, en tiempos y lugares específicos.

En este 2023 que ya fenece, el impacto de la inteligencia artificial (IA), los estilos de vida y las dinámicas sociopolíticas movieron las selecciones más reconocidas. Los diccionarios Merriam-Webster (Estados Unidos) y Cambridge (Reino Unido) optaron por “auténtico” y “alucinar”, respectivamente. El primero, para reflejar la importancia de lo real y genuino en un mundo proclive a la manipulación; el segundo, para destacar el eufemismo que maquilla las distorsiones y falsos resultados arrojados por los modelos de IA: en lugar de mentir, “alucinan”.

Los augustos Diccionarios Oxford se inclinaron por “rizz”, curiosa reducción del término “carisma”. ¿Frivolidad? Sin duda, pero ella es, precisamente, una característica de la vida, y en este caso refleja la preocupación por atraer, cautivar o imponernos mediante el estilo o empaque (marca) personal.

La Sociedad Alemana del Lenguaje, pionera de las “palabras del año” en 1971, escogió “modo de crisis”, que revela el ánimo prevaleciente en el país durante el 2023.

Pero difícilmente hay otra que refleje mejor un fenómeno contemporáneo tan inquietante como “polarización”, escogida por la agencia EFE y FundéuRAE, fundación promovida por la Academia Española. Su invasión del ámbito sociopolítico, más que natural, es inducida; además, tiene índole asimétrica: la promueven ciertos grupos o dirigentes, como estrategia de control. Sin embargo, sus efectos son reales; por ello, se ha convertido en factor determinante de la vida pública en múltiples países. ¿Y en Costa Rica? Aún no, creo, pero las intenciones existen; también, los riesgos. Seamos cuidadosos, pero también entusiastas en el 2024.

Correo: radarcostarica@gmail.com

X (anteriormente, Twitter): @eduardoulibarr1

El autor es periodista y analista.